Weasels Ripped My Flesh Las comadrejas me desgarraron la piel
¿Y de dónde sale ese nombre? ¿Qué pasa con las comadrejas?
Pues hay una explicación, nos cuenta Román García:
Cuando Zappa llamó a Neon Park para que dibujara la portada (había visto algunos carteles y dibujos suyos) fue muy específico y le enseñó una vieja portada de una revista de relatos para hombres, diciéndole, "Esta es la idea, ¿qué puedes hacer que sea peor que esto?
¿Y de dónde sale ese nombre? ¿Qué pasa con las comadrejas?
Pues hay una explicación, nos cuenta Román García:
Cuando Zappa llamó a Neon Park para que dibujara la portada (había visto algunos carteles y dibujos suyos) fue muy específico y le enseñó una vieja portada de una revista de relatos para hombres, diciéndole, "Esta es la idea, ¿qué puedes hacer que sea peor que esto?
Frank Zappa & The Mothers of Invention: " Weasels ripped my flesh " Madre Zappa
Por José Armando García
Una estampida de animales salvajes, una corrida de elefantes y rinocerontes encabritados que se abalanzan sobre colinas levantando una cortina de polvo que no permite divisar el número de las furiosas bestias. Súbitamente, la estampida se detiene en seco, y ahora cierran filas ante el bramido de guerra de un búfalo semental.
No, no se trata del documental de un safari africano, así es como abre “Weasels ripped my flesh”. El disco básicamente está constituido en su mayoría por piezas tomadas de presentaciones en vivo de la banda en el período anterior a 1970 –era tan mítica como titánica en la madre de las invenciones.
La pieza que abre, por ejemplo, fue tocada en la Philadelphia Arena, y no es difícil imaginar a una audiencia –que ya había sido prevenida de la llegada de los bárbaros a la ciudad- sobrecogida al ver cómo se ciñe sobre ellos un personaje lo más parecido a Atila durante sus invasiones. Claro que este bárbaro no venía montado en un caballo domado apenas ayer, este traía de estandarte una guitarra a cuestas que bien que le hubiese querido matar la madre a todos. Se trata de no otro que Frank Zappa, a quien tenemos que agradecerle el haber sido algo así como la academia del desenfado en la música pop –así de bien tenía aprendida la lección de un Ígor Stravinski, otro pagano de lo académico.
Bien es sabido que todo lo de Zappa lleva el sello de un humor irreverente que nunca está en contradicción con un rango compositivo impecable, incluso riguroso. En el caso de “Weasels ripped my flesh” esta convivencia se hace doblemente desafiante: las piezas son complejas –malabarísticas muchas veces-, pero siempre musicalizando con naturalidad el “teatro del absurdo” que Zappa se afanaba en desplegar en cada una de sus presentaciones.
La tercera pieza, cuyo título parodia uno de Debussy (otro académico irreverente), se podría traducir así: Preludio a la siesta del despertar sexual de una máscara de gas. Se trata del capricho de un virtuoso de la costa oeste, donde esta parodiada tanto la academia como una generación que aupaba al unísono toda parodia de la academia. Teniendo como fondo musical una muy melosa melodía romántica, una marejada de voces chifladas de risas estruendosas dan la bienvenida a los estertores de lo que pareciera ser un jabalí despertando de un amargo sueño. Ninfas histriónicas que reciben el “despertar” de un fauno denigrante: nada menos clásico ni mucho menos romántico. Sin embargo, todo montaje de Zappa parecía tener el cálculo de quien puede permitirse una ironía.
La cuarta pieza es ilustrativa en este sentido, en un dechado de sapiencia de quien ha previsto hasta el caos, Zappa hace de guía de audición describiendo las fracciones de los tiempos a los que marchan los compases de su banda, cuando el auditorio –uno imagina- no puede desviar su atención de una sección de vientos que serían la envidia del más enmarañado free jazz.
Ya para la sexta pieza, la vena hilarante de Zappa se hace destornillada. El título ya de por sí es una carcajada: “The Eric Dolphy memorial barbecue”. Y a pesar de que esta pieza es tocada en Nueva York, al escucharla uno no puede dejar de imaginar entre la audiencia a unos Henry Cow germinales, que ya para el final de la velada contaban con la idea creadora de su rock en oposición. La pieza explica, sobre un motivo intrincado donde marimba y guitarra eléctrica van a lar par, el porqué de Zappa como la matriz de todas las invenciones. Aquí La Madre se atreve hasta el dodecafonismo de una guitarra en wah-wah. Es una clase magistral de jazz impartida a los cerebros inextricables de aquellos que, aunque formados por la academia, quieren oponerse al rock con sus mismas premisas. Zappa sabe de este sendero y no teme deletrearlo en cualquier partitura.
Pero como La Madre apela por igual a la academia como a lo popular, Zappa se permite una muy funky pieza de camara en “My guitar wants to kill your Mama”. De hecho, no solo partió la madre de los esquemas a músicos de toda indole, sino que afino sus instrumentos en tono de ironía contra todo comeflorismo de la costa oeste. Como un fauno que se cuela entre amorosas ninfas, Zappa encona su falica guitarra ante unas huestes que pondrían poca resistencia.
El único y fundamental asidero del que se hizo Zappa para no ser un académico, fue un cinismo que se veía siempre orlado por los contratiempos de una composición de firma enrevesada. Y así como estampaba esta firma la deshacía, con la alevosía del niño prodigio que es conciente de sus dotes; y por tanto, busca en la mirada de sus espectadores asombro y escándalo.
Por José Armando García
Una estampida de animales salvajes, una corrida de elefantes y rinocerontes encabritados que se abalanzan sobre colinas levantando una cortina de polvo que no permite divisar el número de las furiosas bestias. Súbitamente, la estampida se detiene en seco, y ahora cierran filas ante el bramido de guerra de un búfalo semental.
No, no se trata del documental de un safari africano, así es como abre “Weasels ripped my flesh”. El disco básicamente está constituido en su mayoría por piezas tomadas de presentaciones en vivo de la banda en el período anterior a 1970 –era tan mítica como titánica en la madre de las invenciones.
La pieza que abre, por ejemplo, fue tocada en la Philadelphia Arena, y no es difícil imaginar a una audiencia –que ya había sido prevenida de la llegada de los bárbaros a la ciudad- sobrecogida al ver cómo se ciñe sobre ellos un personaje lo más parecido a Atila durante sus invasiones. Claro que este bárbaro no venía montado en un caballo domado apenas ayer, este traía de estandarte una guitarra a cuestas que bien que le hubiese querido matar la madre a todos. Se trata de no otro que Frank Zappa, a quien tenemos que agradecerle el haber sido algo así como la academia del desenfado en la música pop –así de bien tenía aprendida la lección de un Ígor Stravinski, otro pagano de lo académico.
Bien es sabido que todo lo de Zappa lleva el sello de un humor irreverente que nunca está en contradicción con un rango compositivo impecable, incluso riguroso. En el caso de “Weasels ripped my flesh” esta convivencia se hace doblemente desafiante: las piezas son complejas –malabarísticas muchas veces-, pero siempre musicalizando con naturalidad el “teatro del absurdo” que Zappa se afanaba en desplegar en cada una de sus presentaciones.
La tercera pieza, cuyo título parodia uno de Debussy (otro académico irreverente), se podría traducir así: Preludio a la siesta del despertar sexual de una máscara de gas. Se trata del capricho de un virtuoso de la costa oeste, donde esta parodiada tanto la academia como una generación que aupaba al unísono toda parodia de la academia. Teniendo como fondo musical una muy melosa melodía romántica, una marejada de voces chifladas de risas estruendosas dan la bienvenida a los estertores de lo que pareciera ser un jabalí despertando de un amargo sueño. Ninfas histriónicas que reciben el “despertar” de un fauno denigrante: nada menos clásico ni mucho menos romántico. Sin embargo, todo montaje de Zappa parecía tener el cálculo de quien puede permitirse una ironía.
La cuarta pieza es ilustrativa en este sentido, en un dechado de sapiencia de quien ha previsto hasta el caos, Zappa hace de guía de audición describiendo las fracciones de los tiempos a los que marchan los compases de su banda, cuando el auditorio –uno imagina- no puede desviar su atención de una sección de vientos que serían la envidia del más enmarañado free jazz.
Ya para la sexta pieza, la vena hilarante de Zappa se hace destornillada. El título ya de por sí es una carcajada: “The Eric Dolphy memorial barbecue”. Y a pesar de que esta pieza es tocada en Nueva York, al escucharla uno no puede dejar de imaginar entre la audiencia a unos Henry Cow germinales, que ya para el final de la velada contaban con la idea creadora de su rock en oposición. La pieza explica, sobre un motivo intrincado donde marimba y guitarra eléctrica van a lar par, el porqué de Zappa como la matriz de todas las invenciones. Aquí La Madre se atreve hasta el dodecafonismo de una guitarra en wah-wah. Es una clase magistral de jazz impartida a los cerebros inextricables de aquellos que, aunque formados por la academia, quieren oponerse al rock con sus mismas premisas. Zappa sabe de este sendero y no teme deletrearlo en cualquier partitura.
Pero como La Madre apela por igual a la academia como a lo popular, Zappa se permite una muy funky pieza de camara en “My guitar wants to kill your Mama”. De hecho, no solo partió la madre de los esquemas a músicos de toda indole, sino que afino sus instrumentos en tono de ironía contra todo comeflorismo de la costa oeste. Como un fauno que se cuela entre amorosas ninfas, Zappa encona su falica guitarra ante unas huestes que pondrían poca resistencia.
El único y fundamental asidero del que se hizo Zappa para no ser un académico, fue un cinismo que se veía siempre orlado por los contratiempos de una composición de firma enrevesada. Y así como estampaba esta firma la deshacía, con la alevosía del niño prodigio que es conciente de sus dotes; y por tanto, busca en la mirada de sus espectadores asombro y escándalo.
1 comentario:
Carlitos...
impresionante la página, muy buena información.. .
Desde mi punto de vista personal , y yo he pasado por el mismo error, el fondo negro con letras azules, jode un poco.... y entre los links te faltó el www.andresmastrangelo.com .... aunque lo primero ya es un gusto personal y lo 2do ya es ego... ji ji... feliz año!
Andrés Mastrangelo
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