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viernes, 11 de mayo de 2007

Mi Tiempo Con Frank Zappa


Mi Tiempo Con Frank Zappa
Por Richard Emmet

(se supone escrito después del 2001)
From Zappa Wiki Jawaka
Traducción Maria Dolores Torres.

Aquellos eran los tiempos cuando la magia podía ocurrir. Los días del béisbol, Los Beatles, las luces negras, los afiches de Peter Max, la guerra de Vietnam, el movimiento de los derechos civiles, descubrimientos interminables, catástrofes y revelaciones –y suficiente tiempo libre y optimismo como para sentirse realmente conectado a todo ello.
Era el año 1969. Yo tenía 16 años y vivía en New Haven, Connecticut. A pesar de no tener idea sobre muchas cosas, ya sentía que cualquier cosa que la magia tenía para mí, se materializaría probablemente a través de la música. Retrospectivamente, la “semilla mágica” debe haber sido sembrada aquel año cuando, pasando el tiempo en casa de un amigo, escuche un disco fuera de lo común. Con canciones como “The Dog Breath Variations”, “Electric Aunt Jemina”, “King Kong” y “The Voice of Cheese”, mis ya atípicos gustos musicales hacia Archie Shepp, Miles Davis, Mahler, Stockhausen, Balinese Gamelan, la música coral de Bulgaria, etc. tuvieron que abrirle espacio a este recién llegado. El álbum era “Uncle Meat” de The Mothers of Invention.
Sentía curiosidad sobre el líder del grupo, Frank Zappa. Mis amigos y yo estábamos convencidos de que él tenía que estar consumiendo algunas drogas bastante potentes para escribir esa música tan extraña, pero eventualmente supimos que no era así. Estaba claro, sin embargo, que había algo místico en él, posiblemente conectado con aquel lugar lejano y misterioso llamado California.
Estando en el ático lleno de incienso y afiches de mi amigo, en aquella tarde asoleada, me preguntaba por qué me intrigaba tanto este enigmático músico. No había manera de saber que nueve años más tarde él me invitaría a su casa y me pediría que trabajara con él.
Avanzo rápido hasta la primavera de 1978. Yo vivía en un apartamento de una habitación infectado de moscas en la playa de Venice, California. Me había graduado en la escuela de música casi un año antes y tocaba guitarra y flauta para una compañía de teatro en Los Ángeles.
Cuando el teléfono sonó, era mi amigo David Ocker en el otro lado de la línea. Me dijo, “Frank quiere que los llames”. Y la vida me cambió.
Durante un periodo de 30 años, Frank Zappa trabajó sin descanso, generando más de 50 álbumes y solidificando su estatura como compositor, productor musical, líder de banda, cineasta, hombre de negocios, satírico, filósofo social y activista político. En todos los pasos de si carrera hubo mucha gente a su alrededor –músicos, ingenieros, artistas y otros, quienes lo ayudaron en su visión creativa. Durante un tiempo, yo fui una de esas personas.
Mi amigo David, un colega músico y compositor, había sido contratado unos meses antes por Zappa para ser un copista musical. Yo le pregunte a David si Frank necesitaba otro copista en su equipo y David estuvo de acuerdo en preguntarle. Un par de semanas después me llamó para que llamara a Frank. La profunda voz al otro lado de la línea fue reconocible al instante. “Hola”, dijo él, y yo me presenté. Él me pregunto, “¿Puedes venir a las 4 de la tarde?” y yo respondí “Claro”. Frank era un hombre de pocas palabras. Me explicó la dirección para llegar a su casa que estaba situada en las colinas de Laurel Canyon y luego dijo “Adiós”.
Así que manejé hasta su casa. (Luego descubrí que Ringo Starr vivía en la misma calle). Frank me dio la mano y me enseño su estudio en el sótano. Hablamos un rato y él me preguntó si yo era capaz de transcribir algunas piezas que él había escrito. “Transcribir” era escuchar la música en una cinta grabada, descubrir lo que los músicos estaban tocando y escribirlo en notas y ritmos. Ya que yo también componía música y había sido músico por muchos años, no pensé que sería muy difícil así que respondí ¡“Seguro”! (Supuse que “Seguro” era una buena palabra para decirle). Entonces Frank me contrató oficialmente para transcribir esas piezas, ofreciéndome un salario semanal más alto de lo que pagaba la compañía de teatro. Yo no sabía cuánto duraría este trabajo, pero me emocionaba tener esta oportunidad. Trabaje en casa durante las siguientes dos semanas y le llevé las transcripciones para que las viera. A él le gustaron pero no tenía más trabajo para mí en ese momento. Un par de meses después recibí otra llamada de él y esta vez me contrató como transcriptor musical a tiempo completo. Ese trabajo duró casi 5 años.
¿Qué hacen los transcriptores de música y por qué Frank necesitaba de ellos?
Zappa, además de crear su estrafalario y desafiante rock and roll, también compuso una enorme cantidad de música para orquestas sinfónicas. Para que su música pudiera ser tocada, había que escribir una partitura para la orquesta complete, que contuviera todos los elementos musicales que debían producirse. El director utilizaría esta partitura para conducir la orquesta. Y cada grupo de músicos (flautas, oboes, clarinetes, bajos, trompetas, cornos franceses, trombones, tubas, timbales, percusionistas, pianos, harpas, violines, violas, chelos –y a veces un coro o una banda de rock) necesitarían copias de sus partes por separado también. En otras palabras, la creación de una pieza sinfónica requiere de la producción de cientos de páginas de notas manuscritas. Como Frank podía leer y escribir música, él hacía el borrador en lápiz y los copistas de música utilizarían esto como referencia para crear partituras profesionales y sets de partes. La creación de partituras y partituras requería de mucho tiempo. Cada partitura comienza en una página en blanco de 13 x 19 pulgadas de vellum (parecido al papel de dibujo). Como Frank era perfeccionista, no quería utilizar papel musical pre formateado con los pentagramas ya hechos. Cada página debía tener sólo las líneas de los instrumentos que tocarían en esa página. En otras palabras, si en las líneas 15 -19 no había actividad para las flautas y trombones, esas líneas deberían quedar en blanco en la hoja. Esto significaba que nosotros teníamos que hacer un plan previo para cada hoja y dibujar en tinta las rayas necesarias manualmente.
Luego venía la parte divertida. Claves, tiempos y llaves, dinámica de las notas, tempo y señales de articulación, y muchos otros símbolos que se dibujarían allí. A Frank le gustaba cambiar los tiempos con mucha frecuencia, a veces en cada medida. Y escribía rápido, endiabladamente complicado, pasajes rítmicamente complejos, a veces para enloquecer a los músicos de la orquesta.
Recuero una página en particular, solo con dos medidas, que tenía tantas notas que decidí contarlas. Mil cuatro notas fueron insertadas en esa página. No era raro que para la una página de partitura, que podía durar cinco o diez segundos cuando se estaba tocando, tomara un día completo para escribirse. Claro que esto era antes de que las computadoras hicieran este trabajo mucho más sencillo. Uno de los beneficios de trabajar con Frank era la oportunidad de verlo en acción. Tuve la oportunidad de observarlo interactuar con sus músicos, dirigirlos durante sesiones de grabación y ensayos. Él tenía un sentido muy claro de lo que quería y, de manera instintiva, parecía saber cómo motivar los mejores esfuerzos de las personas. Era una persona muy práctica, concentrada y extremadamente inteligente. También tenía mucho sentido del humor. Y nunca conocí a nadie que trabajara tantas horas seguidas. Desde el momento en que se paraba de la cama, estaba ocupado componiendo, grabando, editando, ensayando, tocando o metido en incontables actividades de negocios. Observándolo, aprendí el significado del compromiso total –quizás excesivo- al arte de uno mismo. Sus horarios de ir a dormir y despertarse no estaban atados a las nociones tradicionales de día y noche. Trabajaba tantas horas como pudiera, dormía cuando estaba cansado, comía cuando tenía hambre. La gente a quien él empleaba para las producciones (músicos, ingenieros de sonido, técnicos, cineastas, etc.) podían ser convocados a trabajar a cualquier hora del día o de la noche.
Frank creó un universo propio que giraba alrededor de sus necesidades. Su familia también tenía que adaptarse, en gran medida, a este estilo de vida. No necesariamente un buen modelo de vida para la mayoría de la gente, pero ese era su mundo. Varios incidentes de mi vida con Frank resaltan en mi memoria. No digo que estos eventos representen una realidad completa o balanceada; son sólo ejemplos al azar de cosas que pasaron. Algunas de estas anécdotas pueden no ser apropiadas para ser leídas por jóvenes, así que si usted es joven o se ofende fácilmente, esta es una advertencia. Después de todo estoy escribiendo sobre Frank Zappa, no sobre el Dalai Lama.
Una noche llegué a la casa de Frank pero él aún no estaba listo para atenderme. Me dijo que me sentara y puso un video para que yo lo viera mientras él se alistaba. Me senté en una vieja mecedora frente a la chimenea. El video era censura X y la mecedora resulto ser muy débil. Mientras estaba recostado, la mecedora se rompió y yo caí de espaldas en la chimenea, que afortunadamente no estaba encendida. Frank, que aún no había salido de la habitación, me sacó de la chimenea y me dio otra silla. Nos reímos mucho.
En otra ocasión, le mostré un instrumento que yo había construido. El instrumento consistía en varios tubos huecos de cobre suspendidos de una barra de madera. Cuando se golpeaba, producía un sonido etéreo. Se llevo el instrumento a su estudio y grabó varios minutes de toque improvisado. No mucho después, mi instrumento hizo su debut, perfectamente colocado en su canción “Why Does It Hurt When I Pee? del álbum “Joe´s Garage”. Una noche llevé a un amigo a conocer a Frank. Nos recibió en la puerta y luego nos llevó a su estudio en el piso inferior. Allí se escuchaba muy fuerte, saliendo de las enormes cornetas, los sonidos grabados de Frank y una mujer, aparentemente en actos de gusto considerablemente hedonista (Estoy tratando de decirlo de manera discreta). Noté que la mujer era muy expresiva. Recuerdo haber mirado alrededor preguntándome qué pasaría si Gail, la esposa de Frank, entraba en ese momento. Frank no parecía preocupado por eso. Y mi pobre amigo no sabía qué pensar. Mientras los sonidos de la mujer se hacían más fuertes, finalmente tuve el valor de preguntar a Frank “¿Qué le estabas haciendo a esa mujer?”. Él contestó de manera sucinta: “Entreteniéndola”. Yo aún hoy no conozco la verdad sobre esa grabación. ¿Era real, o era una actuación? No tengo la menor idea
¿Continuo? Bien.
Una vez Frank describió un encuentro que tuvo con John Lennon y Yoko Ono. No recuerdo a qué se debía la ocasión, pero por alguna razón, ellos iban a aparecer juntos en un espectáculo en Nueva York. Según Frank, Yoko no paraba de hablar con su voz aguda y John se desesperaba cada vez más. Finalmente John le gritó: “! Cállate de una vez!” Y Yoko le pintó una paloma en la cara. ¡Ah! Aquellos días dorados de Paz y Amor. ¿La reacción de Frank? “A partir de allí, John estaba bien en mi libro”
Con frecuencia, Frank me ponía grabaciones de piezas nuevas en las que estaba trabajando. Una vez puso una cinta en la que aparecía su hija Moon Unit. Estaba llena de joyas culturales como "Gag me with a spoon" y "Grody to the max". En ese momento pensé que era una de las cosas más tontas que había escuchado jamás. Por supuesto que luego se convirtió en uno de sus mayores éxitos: "Valley Girl." Uno nunca sabe. Hablando de Moon Unit, me reencontré con ella en el 2001 cuando estaba en Portland promocionando su nuevo libro, “América es Hermosa.” Ella relató allí una encantadora historia que revelaba algo acerca de la manera de ser de su padre Frank. Para aquellos que no saben, Frank y Gail tuvieron cuatro hijos, dos varones – Dweezil y Ahmet, y dos niñas – Moon Unit y Diva. Diva es la más joven. Un día Diva se rehusó a ir a la escuela. De hecho, ni siquiera quiso salir de su habitación. Gail pasó un rato largo tratando de persuadir a la obstinada niña para que se levantara y fuera a clases, pero no logró nada. Luego le tocó el turno a Frank. Él ordenó a Diva que tomara un pedazo de papel y escribiera sus dos posesiones más preciadas. Luego le dijo que si ella no se iba a la escuela inmediatamente, esas dos cosas se le iban a quitar y nunca las volvería a ver. La niña le pasó el papel por debajo de la puerta. En este, Diva había escrito: Mamá y Papá. Entonces Frank le dijo, “De acuerdo, eres lo suficientemente inteligente. Puedes quedarte en casa”.
Y finalmente, la parte compasiva de FZ:
Yo había estado con Frank cerca de cuatro años cuando, en el verano de 1982, me casé. Unos meses después, hice uno de mis viajes regulares a su casa para llevarle las últimas páginas de la partitura en la que había estado trabajando. Cuando la reunión estaba por terminar, él anunció que no tenía nada más para mí y que ya no trabajaría más para él. Mi corazón se hundió, pero le dije que yo sabía que ese día eventualmente iba a llegar. Luego le agradecí por todo y dije que tenía que regresar a casa para dar la noticia a mi esposa.
Cuando llegué a casa, el teléfono estaba sonando. Era Frank diciéndome: “Lo he estado pensando y no quiero dejarte sin trabajo justo ahora que te acabas de casar. Ya encontraré algo en lo que puedas trabajar”. Y me tuvo en su personal por casi un año más. Fue un gesto completamente inesperado que revelaba una bondad y generosidad que yo no había visto en él. Fue lo mejor que alguien ha hecho por mi. Es una certeza virtual que si usted pasaba tiempo cerca de Frank, su vida iba a cambiar, iba a ser más grande y más intensa. Con muy poco esfuerzo, afectaba a la gente profundamente. Siempre me he preguntado qué era lo que él tenía que parecía magnificar la realidad de aquellos que se quedaban atrapados en su órbita. Sí, su creación artística era distintiva –a veces brillante, frecuentemente divertida y por lo general completamente juvenil. Pero Frank era mucho más que su arte. Tenía algo, una cierta cualidad, difícil de definir pero imposible de ignorar.
Han pasado un poco más de veinte años desde mis tiempos con Frank. Durante estas dos décadas desarrolle mi carrera como compositor, ocasionalmente prospera, y a veces apenas sobreviviendo. He escrito música para películas de bajo presupuesto, comerciales de radio y TV, audio libros, cd-roms, videos corporativos, eventos deportivos y muchos otros proyectos. Para un compositor que trabaja fuera de Hollywood y no hace música de conciertos, mis trabajos llegan a un número respetable. Pero la montaña rusa de esta profesión viene se paga a un precio muy alto. Mi matrimonio eventualmente terminó, dejando cicatrices profundas. Y el trabajo musical, nunca seguro ni siquiera en buenos tiempos, ha casi desaparecido en esta terrible economía. Y Frank se ha ido.
Ahora escribo canciones ocasionalmente, solo por divertirme y ver hacia dónde va. Uno nunca sabe lo que viene después. Eso lo aprendí con Una llamada telefónica, hace muchos años.
Así que si tu teléfono suena y te envía hacia una aventura, celebra la experiencia. Nuestra cuota para ese tipo de bendiciones, si llegamos a tenerlas, es uno de los eternos misterios de la vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy curioso relato con buenas anécdotas de la vida de FZ donde se
confirma su caracter de adicto a su trabajo en su obra musical y vida
diaria.

Saludos,
Javier.

Anónimo dijo...

Hola, grandioso relato, grácias por compartir tu experiencia vital con nosotros.