Frank Zappa Memorial Barbecue
Por Riccardo Bertoncelli
Traducción Carlos Zerpa
Como Homenaje al maestro Frank Zappa, quiero hoy publicar la lectura que hice en la fiesta realizada en su honor en Lingotto di Torino, en el mes de octubre de 1997, esto fue en la segunda edición del “Salone della Musica”. No es la “take” original pero si una especie de “rock slight remix”.
Conocí a Frank Zappa hace ya treinta y cinco años… pero más adelante les contaré donde y cuando lo vi por primera vez.
Tengo todos sus discos por triplicado, los tengo en vinilo, en casette y ahora también en CDs. Los he escuchado miles de horas, así como también a algunos bootlegs “piratas” que conseguí donde los Chinos.
He leído sus textos, he traducido su autobiografía, aún así, si me pidieran que les explicara en pocas palabras quien es Frank Zappa, me seria en verdad muy difícil, ya que me vendrían dudas, porque el suyo es un mundo muy basto, mas bien es un universo muy grande, hace unos años le dedicaron a Zappa un tributo, no del todo muy bueno, pero si con un titulo muy ajustado a la verdad de él, llamado “Zappa's Universe”.
Si esa misma pregunta me la hubiesen hecho hace treinta años, de seguro la hubiese respondido, porque en ese entonces yo creía saber bien quien era Zappa, de verdad estaba ciertamente convencido de saberlo… Pues para decirles la verdad, yo ya había entendido quien era Frank Zappa mucho antes de haber escuchado una sola nota de su música.
Recuerdo una vez que entré en una tienda de discos, un día en el verano de 1968, y con lo primero que me topé, y que se me quedó mirando desde la primera fila de la estantería, (porque me esperaba y me llamaba) fue con el “Freak Out” de los “Mothers of Invention”, con la foto solarizada de Frank Zappa realizada por Ed Caraeff, en la cual Zappa parecía un oso psicodélico, con cara de conspirador anarquista, misterioso, como un encapuchado del underground.
Creánmelo, ya estaba marcado con tan solo ver la cubierta de ese disco, cosa muy curiosa y en el fondo lógica, ya que Zappa había vivido la misma fulgurante experiencia con el ídolo musical de su juventud, Edgar Varèse.
En ese momento yo no lo sabia, eso lo leí mucho tiempo después en un divertidísimo artículo escrito por el mismo Zappa, el cual también ha sido un gran escritor, un gran fabulador. En ese artículo él contaba como había entrado cuando joven, en una pequeña tienda de discos y como si fuese un sueño, había encontrado “El Disco” de un personaje que estaba ahí mirándolo, con una portada perfecta, quien era de verdad “su héroe”, con un aire de científico loco. Zappa estaba muy feliz de que alguien finalmente se hubiese dignado de hacer un disco con ese científico loco y de escuchar al fin la música de Varèse.
Quince años después la historia se repetía conmigo y era Zappa quien estaba en la portada del disco y yo que me aproximaba a él, pero el juego era el mismo mucho más allá de las coincidencias.
Se que mi experiencia no ha sido la única, ya que la música que se escondía dentro de esa magnifica portada, no podía ser otra cosa que “extraordinaria”.
Desde ese día, no solo yo, si no toda el “ala freak” de mi generación, pretendía saber muy bien quien era Zappa. Frank Zappa era el ángel exterminador de la hipocresía y de la censura AmeriKana, escrita con la “K”, con esas cosas que le cantaba y que les decía en cara a los poderosos, desenmascarándoles sus bajezas, era de verdad un revolucionario, era de una especie mal vista, que proponía una revolución partiendo de gente “diferente” y de los “bizarros”, Zappa era el loco de la “Nouvelle Cuisine” musical, que cocinaba salsas grumosas y “Lumpy Gravy”, leyendo al contrario las recetas de los grandes cocineros que existieron antes de él y utilizando misteriosos pimientos que quemaban las gargantas y abrían las mentes de par en par. Era la música total, era la imaginación al poder.
Estábamos tan seguros de conocerlo y tan ligados a él, que lo hacíamos parecerse a nuestra propia imagen y semejanza. De esta manera, los revolucionarios de ese entonces creían que Zappa era uno de ellos, un hippie a la manera de Jerry Rubin o propiamente un Marxista Leninista con aspecto europeo, mientras los apasionados a utilizar “aditivos” (llamémoslos así) daban por segura la adhesión de Zappa a su movimiento, el cual únicamente estaba separado, dependiendo de la droga o aditivo que utilizaban… ¿Zappa fumaba hierva solamente o también viajaba en ácido?. Naturalmente él ignoraba esta ”nueva identidad” que le habían asignado o mas bien una más de estas múltiple identidades,
Aunque en verdad esto estaba bien para él, pues lo importante era hacerse notar, salir del ghetto, con el peligro de ser perseguido por años por los que hacía, por ejemplo recuerdo aquella foto que le tomaron desnudo sentado en el WC, con los pantalones abajo, que pretendía ser una provocación y que termino siendo un tormento, sobre todo de parte de sus adversarios, que generalmente eran los padres de sus jóvenes fans, “Guarda eso de Zappa, que asco”, o “Quita eso que me atormenta, eso no es música” o también esa historia que aparece al comienzo de su “Autobiografía”, de una de sus presentaciones con el Captain Beefheart en donde hicieron la apuesta para saber quien comía mas mierda delante del público… Yo recuerdo una anécdota menos “Pulp”, era esa de cuando Zappa compró el Manual de Armonía para divertirse a hacer justo todo lo contrario.
El punto está en que todo aquello de verdad extraño, excéntrico y escandaloso era importante de descubrir, pero no solamente en cuanto a su música si no también en cuanto a su vida, apenas hacías dos movimientos en tu ajedrez y ya estabas recordando a Zappa, que ya a ese punto dejaba de ser una persona de carne y bigotes, para convertirse en un personaje virtual, un “Ipse Dixit” o un “Fecit”, quien tiene ese aspecto de ser extraterrestre.
Ustedes saben que el nombre de Mothers Of Invention viene de una frase celebre, “La necesidad es la madre de la invención”. Eso lo han escrito muchísimas personas a través del tiempo y le han atribuido dicha frase a Platón, ¿pero alguien ha verificado si de verdad fue él quien la dijo?. Quizás un ultra Zappiano que me escuche pueda desmentirme, pero pienso que esa frase ni siquiera se la soñó Platón. ¿Alguien tiene el libro, el dialogo que la tiene escrita? Quisiera quitarme esa “pulga” de encima... De no ser así, puedo permitirme entonces pensar que Zappa recurrió a esa aproximación mitológica para nombrar a su banda y que Platón fue un ser legendario a quien le fue atribuida.
En realidad regresando al punto que nos interesa, Zappa no leía un Manual de Armonía, no comía mierda sobre el escenario, no era de izquierda, no creaba “alternativas”, no fumaba cigarritos de marihuana ni tomaba LSD… y siempre decía que no lo hacia en esas entrevistas que nosotros naturalmente no nos leíamos, cosa que él explicaba en sus discos, “NO le interesan las drogas ni quienes las consumen”, sobre todo en ese titulado: “We're Only In It For the Money”, esa parodia corrosiva del Sgt. Pepper's que él había puesto de cabeza en todos los sentidos, pero nosotros no queríamos entender, teníamos un bloqueo y solo veíamos lo que queríamos ver, nosotros amábamos esa música que nos llegaba y no solamente la de los Beatles, si no también eso que se llamaba el “Flower Power” de San Francisco, cerrando los ojos a la realidad con un férreo pero necio razonamiento, “Si nosotros amábamos la psicodélia y a la vez amábamos a Frank Zappa, lógicamente Frank Zappa amaba la psicodélia”. Esto de verdad era la autentica Grecia, un Aristóteles verificado.
Yo recuerdo muy bien cuando comenzó esta divertida historia, esa apropiación
Indebida de Frank Zappa. Al menos para mí, pero creo que no solo para mí. Fue en el año 1973, cuando Zappa vino a Italia con su extraordinario grupo del periodo con George Duke y Jean-Luc Ponty, y realizaron un bellísimo concierto en Bologna. En aquellos tiempos no teníamos televisión, no estaba Gianni Minà, no estaba Red Ronnie, que bellos tiempos... Pero estábamos todos los Zappianos… Todos, ninguno faltó, salieron de las catacumbas de su propio culto para conocerlo personalmente, en vivo, live, a su ídolo. Y todos querían no solo escuchar la música si no también encontrarse con él y contarle el porque era ya un amigo intimo, como ya se los había explicado, Frank Zappa era ya uno de la familia.
Y cual seria el estupor solo para comenzar, que Zappa no estaba en el hotelucho al lado de la estación del tren, si no en una suite del “Grand Hotel Baglioni” del “Corso Indipendenza”, el hotel mas bello y elegante de Bologna,
con alfombras rojas, con barandas doradas, y un portero uniformado e histerico un tanto maricón que no dejaba pasar a ninguno de nosotros por la alfombra roja, porque el señor Zappa estaba descansando “il signore Zappa sta reposando”. Lo recuerdo, hoy me hace sonreír pero aquellos tiempos eran otra cosa, eran tiempos de ingenuidad, recuerdo el desconcierto de aquellos fans y la sensación de una increíble equivocación que se había cometido, que estaba formada solo de fragmentos, una equivocación que había pasado por años y que había impedido que se entendiera a Zappa en su realidad y en su totalidad, lo habíamos puesto en un pedestal, le habíamos colocado una armadura y una placa, llevándolo a la tierra de la fantasía muy pero muy lejana de la realidad.
Yo fui muy afortunado, ya que pude engañar al portero y al vigilante, pudiendo ser admitido a su cuarto para realizar una especie de entrevista, digo “especie” porque yo le hacia preguntas larguisimas con una respuesta ya incorporada al final, que durante varios días había preparado y corregido, y el señor Zappa me respondía con monosílabos o con gestos faciales mirándome con un aire de extrañeza mientras movía la cabeza, como solo lo podía hacer él. De todas formas como un minimalista seco, desmontaba todas mis ilaciones, todas las fantasías que había elaborado sobre él. La culminación fue, cuando terminadas mis intervenciones le pregunté, ¿Quiere usted decirle alguna cosa al publico, a esos fans que esperaban por verlo a usted en escena, después de tantos años soñando con ese momento?, ¿Quiere mandarles desde ya un mensaje?.
Yo me esperaba un mensaje muy profundo, que dijese aunque fuese un pensamiento por ejemplo, por qué eran años de mensajes y de slogan. Y él muy parco me responde: Pon al final de tu entrevista lo que quiero de verdad que hagan mis fans, “Quisiera pedirles que se mantengan sentados, que no armen alborotos, que escuchen la música… Sit down, please”.
Pienso que ese día, por fortuna dejé de conocer a Zappa y comencé de verdad a estudiarlo, a buscarlo, a investigarlo, a comprenderlo, con todas las dudas e insertazas que aún hoy en día tengo, pero lo prefiero así, porque he entendido que a Zappa hay que tomarlo por entero en su complejidad y que él camina por su propio camino, no por el nuestro… Así este nos parezca incoherente, fuera de pista, o con apariencia contradictoria.
No existe un Zappa bueno y uno malo, o uno progresista y uno conservador, uno culto y uno fácil, es como si uno pretendiera decir que Uncle Meat no y Hot Rats sì, que 200 Motels si y Overnite Sensation no.
Hay un solo Zappa, “universal” como ya habíamos dicho, cuya grandeza esta en haber mezclado lenguajes muy diversos y de haber compuesto su música, sin soluciones fáciles de continuidad, sin altos ni bajos, esa búsqueda musical van de la mano el humorismo del cabaret, el rock heavy y la nostalgia doo wop, mezclando a Stravinskij con las Supremas, las Lonisations de Edgar Varèse y Stairway to Heaven de Led Zeppelin. Este Zappa es el verdadero que ha pasado toda su vida, con la consecuencias de llevar una sangre mixta, Italiana y anglosajona, al hacer su trabajo dando rienda suelta a su creatividad porque sabía muy bien, y lo sabía desde un inicio, a donde quería llegar. Y en esta “larga marcha” ha sido inflexible diciéndose a si mismo tengo que “tomar o dejar”.
Todo va junto en el mismo paquete, los álbumes históricos y sus exageraciones guitarristicas, las batallas contra las casas discográficas y el lío de ser un productor independiente, sus campañas por la libertad del pensamiento y las protestas sociales como un hombre del común denominador, “tomar o dejar”.
¿Por caridad, quien puede permitirse el lujo de dejar a un hombre así?
Por esto he aprendido a aceptar también las otras caras de Zappa que antes no digería, como si fuese una amarga medicina, sus musicales por ejemplo, por los cuales he sentido una gran aversión durante años, solo parangonable al disgusto que me produce un huevo hervido duro. Estos musicales al final lo que me revelaban era un aspecto importante y peculiar del personaje, su amor encarnizado, o mejor seria decir “la fijación” por lo que él definía como “antropología social”, decenas y decenas de paginas y canciones, dedicadas a la infinita tipologia de los entupidos, los cabezas de chorlito de este tiempo y sobre todo de su país América, causa que a mí siempre me pareció perdida, de verdad una curiosa y monumental perdida de tempo, pero que después vista en su conjunto se convirtió en una exposición que tiene su fascinación y su importancia, una especie de Museo Louvre de la estupidez humana que la UNESCO podría perfectamente patrocinar. La musica orquestal de Zappa era realizada por un músico cultísimo, sin necesidad de demostrarlo, aunque por años fue visto como un chiflado que del rock emigraba, con la batuta en la mano hacia una música más “Alta”, en búsqueda de un reconocimiento mayor o de una justificación. Este fue un verdadero error colosal y entupido… Y aquí también tenía razón el Zappa y me parece bellísimo y lo he visto como un “Renacimiento del Destino”, que haya decidido cerrar su carrera con una esplendida opera orquestal, finalmente come siempre lo quiso, con un grupo de músicos dignos de él, llamado “Ensemble Modern”, concluyendo una búsqueda que duró cuarenta años… Zappa era muy joven cuando ya había escrito sus primeras partituras orquestales, que parecían en ese entonces algo extraño, cuando en verdad eran simplemente su música ideal.
Ese, Zappa y ese nudo apretado y lleno de colores, el cual no vale la pena de desanudarlo, atraparlo y dejarlo, ya que cuando nos acercamos a él encontramos cosas extraordinarias: como su independencia para emitir juicios, fuera de cualquier convencionalismo o moda, su muy cocinada autonomía, su originalidad que lo aproxima a otros visionarios del novecientos americano como Harry Partch, John Cage, Sun Ra, Ornette, Coleman. Quienes no son aquellos que venden fácilmente sus discos ni quienes aparecen a cada momento en la TV, pero son aquellos que tienen una mirada hacia el futuro y que manejan fuertes pensamientos, aquellos que cambian el orden establecido en la rotación de la música, aunque no se den cuenta de inmediato. No son los Strokes o los Chemical Brothers y mucho menos REM o los U2.
Tengo que decirles una ultima cosa sobre Frank Zappa, será la última lo juro, él ha sido un músico divertido, y tengo que subrayar este termino. Frank Zappa, ha sido un músico divertido, me he sonreído, me he reído tanto con Frank Zappa, he liberado tantas bellísimas energías de alegría y gozo que muchas veces la vida nos sepultará muy en fondo en fondo; con sus personajes bufos, con Ronny e Kenny y su cultura en los urinarios, con el bandido de Illinois armado con una bolsa para hacer lavativas, con el diablo que se come a la muchacha y al agujero, con “tetas & cerveza”. Así como con la música; pensada con gas hilarante de Peaches en Regalia, a la bocina acelerada de Uncle Meat Variations, a las falsificaciones de doo wop tipo Wowie Zowie o I Have Been In You.
También Zappa se divertía. No olvidaré jamás su última aparición en público, en Frankfurt, con el “Ensemble Modern”, la noche del tercer concierto. Ya estaba muy enfermo y se le veía en los ojos un extremo sufrimiento, sus cabellos estaban deshilachados y grises, pero fue capaz de participar en una parte con irresistible humor con Welcome to United States, dirigiéndo al grupo con un sombrerito de niño en su cabeza.
Estas cosas divertidas han marcado mi espíritu y mi vida, y estoy seguro que quienes me leen aquí, podrán decir la misma cosa.
Puedo repetir las palabras que Jorge Luis Borges le escribiera a Robert Louis Stevenson, el autor de la Isla del tesoro, y aquí hago un paréntesis porque hablo de tres de mis héroes preferidos, Borges, Stevenson y Zappa… Bueno Borges escribe: “Robert Stevenson ha sido para mi una de las formas de la felicidad humana”. Y yo devotamente, le robo la frase y sin problemas se la aplico a nuestro amadísimo héroe.
“Frank Zappa ha sido para mi una de las formas de la felicidad humana”.
Por Riccardo Bertoncelli
Traducción Carlos Zerpa
Como Homenaje al maestro Frank Zappa, quiero hoy publicar la lectura que hice en la fiesta realizada en su honor en Lingotto di Torino, en el mes de octubre de 1997, esto fue en la segunda edición del “Salone della Musica”. No es la “take” original pero si una especie de “rock slight remix”.
Conocí a Frank Zappa hace ya treinta y cinco años… pero más adelante les contaré donde y cuando lo vi por primera vez.
Tengo todos sus discos por triplicado, los tengo en vinilo, en casette y ahora también en CDs. Los he escuchado miles de horas, así como también a algunos bootlegs “piratas” que conseguí donde los Chinos.
He leído sus textos, he traducido su autobiografía, aún así, si me pidieran que les explicara en pocas palabras quien es Frank Zappa, me seria en verdad muy difícil, ya que me vendrían dudas, porque el suyo es un mundo muy basto, mas bien es un universo muy grande, hace unos años le dedicaron a Zappa un tributo, no del todo muy bueno, pero si con un titulo muy ajustado a la verdad de él, llamado “Zappa's Universe”.
Si esa misma pregunta me la hubiesen hecho hace treinta años, de seguro la hubiese respondido, porque en ese entonces yo creía saber bien quien era Zappa, de verdad estaba ciertamente convencido de saberlo… Pues para decirles la verdad, yo ya había entendido quien era Frank Zappa mucho antes de haber escuchado una sola nota de su música.
Recuerdo una vez que entré en una tienda de discos, un día en el verano de 1968, y con lo primero que me topé, y que se me quedó mirando desde la primera fila de la estantería, (porque me esperaba y me llamaba) fue con el “Freak Out” de los “Mothers of Invention”, con la foto solarizada de Frank Zappa realizada por Ed Caraeff, en la cual Zappa parecía un oso psicodélico, con cara de conspirador anarquista, misterioso, como un encapuchado del underground.
Creánmelo, ya estaba marcado con tan solo ver la cubierta de ese disco, cosa muy curiosa y en el fondo lógica, ya que Zappa había vivido la misma fulgurante experiencia con el ídolo musical de su juventud, Edgar Varèse.
En ese momento yo no lo sabia, eso lo leí mucho tiempo después en un divertidísimo artículo escrito por el mismo Zappa, el cual también ha sido un gran escritor, un gran fabulador. En ese artículo él contaba como había entrado cuando joven, en una pequeña tienda de discos y como si fuese un sueño, había encontrado “El Disco” de un personaje que estaba ahí mirándolo, con una portada perfecta, quien era de verdad “su héroe”, con un aire de científico loco. Zappa estaba muy feliz de que alguien finalmente se hubiese dignado de hacer un disco con ese científico loco y de escuchar al fin la música de Varèse.
Quince años después la historia se repetía conmigo y era Zappa quien estaba en la portada del disco y yo que me aproximaba a él, pero el juego era el mismo mucho más allá de las coincidencias.
Se que mi experiencia no ha sido la única, ya que la música que se escondía dentro de esa magnifica portada, no podía ser otra cosa que “extraordinaria”.
Desde ese día, no solo yo, si no toda el “ala freak” de mi generación, pretendía saber muy bien quien era Zappa. Frank Zappa era el ángel exterminador de la hipocresía y de la censura AmeriKana, escrita con la “K”, con esas cosas que le cantaba y que les decía en cara a los poderosos, desenmascarándoles sus bajezas, era de verdad un revolucionario, era de una especie mal vista, que proponía una revolución partiendo de gente “diferente” y de los “bizarros”, Zappa era el loco de la “Nouvelle Cuisine” musical, que cocinaba salsas grumosas y “Lumpy Gravy”, leyendo al contrario las recetas de los grandes cocineros que existieron antes de él y utilizando misteriosos pimientos que quemaban las gargantas y abrían las mentes de par en par. Era la música total, era la imaginación al poder.
Estábamos tan seguros de conocerlo y tan ligados a él, que lo hacíamos parecerse a nuestra propia imagen y semejanza. De esta manera, los revolucionarios de ese entonces creían que Zappa era uno de ellos, un hippie a la manera de Jerry Rubin o propiamente un Marxista Leninista con aspecto europeo, mientras los apasionados a utilizar “aditivos” (llamémoslos así) daban por segura la adhesión de Zappa a su movimiento, el cual únicamente estaba separado, dependiendo de la droga o aditivo que utilizaban… ¿Zappa fumaba hierva solamente o también viajaba en ácido?. Naturalmente él ignoraba esta ”nueva identidad” que le habían asignado o mas bien una más de estas múltiple identidades,
Aunque en verdad esto estaba bien para él, pues lo importante era hacerse notar, salir del ghetto, con el peligro de ser perseguido por años por los que hacía, por ejemplo recuerdo aquella foto que le tomaron desnudo sentado en el WC, con los pantalones abajo, que pretendía ser una provocación y que termino siendo un tormento, sobre todo de parte de sus adversarios, que generalmente eran los padres de sus jóvenes fans, “Guarda eso de Zappa, que asco”, o “Quita eso que me atormenta, eso no es música” o también esa historia que aparece al comienzo de su “Autobiografía”, de una de sus presentaciones con el Captain Beefheart en donde hicieron la apuesta para saber quien comía mas mierda delante del público… Yo recuerdo una anécdota menos “Pulp”, era esa de cuando Zappa compró el Manual de Armonía para divertirse a hacer justo todo lo contrario.
El punto está en que todo aquello de verdad extraño, excéntrico y escandaloso era importante de descubrir, pero no solamente en cuanto a su música si no también en cuanto a su vida, apenas hacías dos movimientos en tu ajedrez y ya estabas recordando a Zappa, que ya a ese punto dejaba de ser una persona de carne y bigotes, para convertirse en un personaje virtual, un “Ipse Dixit” o un “Fecit”, quien tiene ese aspecto de ser extraterrestre.
Ustedes saben que el nombre de Mothers Of Invention viene de una frase celebre, “La necesidad es la madre de la invención”. Eso lo han escrito muchísimas personas a través del tiempo y le han atribuido dicha frase a Platón, ¿pero alguien ha verificado si de verdad fue él quien la dijo?. Quizás un ultra Zappiano que me escuche pueda desmentirme, pero pienso que esa frase ni siquiera se la soñó Platón. ¿Alguien tiene el libro, el dialogo que la tiene escrita? Quisiera quitarme esa “pulga” de encima... De no ser así, puedo permitirme entonces pensar que Zappa recurrió a esa aproximación mitológica para nombrar a su banda y que Platón fue un ser legendario a quien le fue atribuida.
En realidad regresando al punto que nos interesa, Zappa no leía un Manual de Armonía, no comía mierda sobre el escenario, no era de izquierda, no creaba “alternativas”, no fumaba cigarritos de marihuana ni tomaba LSD… y siempre decía que no lo hacia en esas entrevistas que nosotros naturalmente no nos leíamos, cosa que él explicaba en sus discos, “NO le interesan las drogas ni quienes las consumen”, sobre todo en ese titulado: “We're Only In It For the Money”, esa parodia corrosiva del Sgt. Pepper's que él había puesto de cabeza en todos los sentidos, pero nosotros no queríamos entender, teníamos un bloqueo y solo veíamos lo que queríamos ver, nosotros amábamos esa música que nos llegaba y no solamente la de los Beatles, si no también eso que se llamaba el “Flower Power” de San Francisco, cerrando los ojos a la realidad con un férreo pero necio razonamiento, “Si nosotros amábamos la psicodélia y a la vez amábamos a Frank Zappa, lógicamente Frank Zappa amaba la psicodélia”. Esto de verdad era la autentica Grecia, un Aristóteles verificado.
Yo recuerdo muy bien cuando comenzó esta divertida historia, esa apropiación
Indebida de Frank Zappa. Al menos para mí, pero creo que no solo para mí. Fue en el año 1973, cuando Zappa vino a Italia con su extraordinario grupo del periodo con George Duke y Jean-Luc Ponty, y realizaron un bellísimo concierto en Bologna. En aquellos tiempos no teníamos televisión, no estaba Gianni Minà, no estaba Red Ronnie, que bellos tiempos... Pero estábamos todos los Zappianos… Todos, ninguno faltó, salieron de las catacumbas de su propio culto para conocerlo personalmente, en vivo, live, a su ídolo. Y todos querían no solo escuchar la música si no también encontrarse con él y contarle el porque era ya un amigo intimo, como ya se los había explicado, Frank Zappa era ya uno de la familia.
Y cual seria el estupor solo para comenzar, que Zappa no estaba en el hotelucho al lado de la estación del tren, si no en una suite del “Grand Hotel Baglioni” del “Corso Indipendenza”, el hotel mas bello y elegante de Bologna,
con alfombras rojas, con barandas doradas, y un portero uniformado e histerico un tanto maricón que no dejaba pasar a ninguno de nosotros por la alfombra roja, porque el señor Zappa estaba descansando “il signore Zappa sta reposando”. Lo recuerdo, hoy me hace sonreír pero aquellos tiempos eran otra cosa, eran tiempos de ingenuidad, recuerdo el desconcierto de aquellos fans y la sensación de una increíble equivocación que se había cometido, que estaba formada solo de fragmentos, una equivocación que había pasado por años y que había impedido que se entendiera a Zappa en su realidad y en su totalidad, lo habíamos puesto en un pedestal, le habíamos colocado una armadura y una placa, llevándolo a la tierra de la fantasía muy pero muy lejana de la realidad.
Yo fui muy afortunado, ya que pude engañar al portero y al vigilante, pudiendo ser admitido a su cuarto para realizar una especie de entrevista, digo “especie” porque yo le hacia preguntas larguisimas con una respuesta ya incorporada al final, que durante varios días había preparado y corregido, y el señor Zappa me respondía con monosílabos o con gestos faciales mirándome con un aire de extrañeza mientras movía la cabeza, como solo lo podía hacer él. De todas formas como un minimalista seco, desmontaba todas mis ilaciones, todas las fantasías que había elaborado sobre él. La culminación fue, cuando terminadas mis intervenciones le pregunté, ¿Quiere usted decirle alguna cosa al publico, a esos fans que esperaban por verlo a usted en escena, después de tantos años soñando con ese momento?, ¿Quiere mandarles desde ya un mensaje?.
Yo me esperaba un mensaje muy profundo, que dijese aunque fuese un pensamiento por ejemplo, por qué eran años de mensajes y de slogan. Y él muy parco me responde: Pon al final de tu entrevista lo que quiero de verdad que hagan mis fans, “Quisiera pedirles que se mantengan sentados, que no armen alborotos, que escuchen la música… Sit down, please”.
Pienso que ese día, por fortuna dejé de conocer a Zappa y comencé de verdad a estudiarlo, a buscarlo, a investigarlo, a comprenderlo, con todas las dudas e insertazas que aún hoy en día tengo, pero lo prefiero así, porque he entendido que a Zappa hay que tomarlo por entero en su complejidad y que él camina por su propio camino, no por el nuestro… Así este nos parezca incoherente, fuera de pista, o con apariencia contradictoria.
No existe un Zappa bueno y uno malo, o uno progresista y uno conservador, uno culto y uno fácil, es como si uno pretendiera decir que Uncle Meat no y Hot Rats sì, que 200 Motels si y Overnite Sensation no.
Hay un solo Zappa, “universal” como ya habíamos dicho, cuya grandeza esta en haber mezclado lenguajes muy diversos y de haber compuesto su música, sin soluciones fáciles de continuidad, sin altos ni bajos, esa búsqueda musical van de la mano el humorismo del cabaret, el rock heavy y la nostalgia doo wop, mezclando a Stravinskij con las Supremas, las Lonisations de Edgar Varèse y Stairway to Heaven de Led Zeppelin. Este Zappa es el verdadero que ha pasado toda su vida, con la consecuencias de llevar una sangre mixta, Italiana y anglosajona, al hacer su trabajo dando rienda suelta a su creatividad porque sabía muy bien, y lo sabía desde un inicio, a donde quería llegar. Y en esta “larga marcha” ha sido inflexible diciéndose a si mismo tengo que “tomar o dejar”.
Todo va junto en el mismo paquete, los álbumes históricos y sus exageraciones guitarristicas, las batallas contra las casas discográficas y el lío de ser un productor independiente, sus campañas por la libertad del pensamiento y las protestas sociales como un hombre del común denominador, “tomar o dejar”.
¿Por caridad, quien puede permitirse el lujo de dejar a un hombre así?
Por esto he aprendido a aceptar también las otras caras de Zappa que antes no digería, como si fuese una amarga medicina, sus musicales por ejemplo, por los cuales he sentido una gran aversión durante años, solo parangonable al disgusto que me produce un huevo hervido duro. Estos musicales al final lo que me revelaban era un aspecto importante y peculiar del personaje, su amor encarnizado, o mejor seria decir “la fijación” por lo que él definía como “antropología social”, decenas y decenas de paginas y canciones, dedicadas a la infinita tipologia de los entupidos, los cabezas de chorlito de este tiempo y sobre todo de su país América, causa que a mí siempre me pareció perdida, de verdad una curiosa y monumental perdida de tempo, pero que después vista en su conjunto se convirtió en una exposición que tiene su fascinación y su importancia, una especie de Museo Louvre de la estupidez humana que la UNESCO podría perfectamente patrocinar. La musica orquestal de Zappa era realizada por un músico cultísimo, sin necesidad de demostrarlo, aunque por años fue visto como un chiflado que del rock emigraba, con la batuta en la mano hacia una música más “Alta”, en búsqueda de un reconocimiento mayor o de una justificación. Este fue un verdadero error colosal y entupido… Y aquí también tenía razón el Zappa y me parece bellísimo y lo he visto como un “Renacimiento del Destino”, que haya decidido cerrar su carrera con una esplendida opera orquestal, finalmente come siempre lo quiso, con un grupo de músicos dignos de él, llamado “Ensemble Modern”, concluyendo una búsqueda que duró cuarenta años… Zappa era muy joven cuando ya había escrito sus primeras partituras orquestales, que parecían en ese entonces algo extraño, cuando en verdad eran simplemente su música ideal.
Ese, Zappa y ese nudo apretado y lleno de colores, el cual no vale la pena de desanudarlo, atraparlo y dejarlo, ya que cuando nos acercamos a él encontramos cosas extraordinarias: como su independencia para emitir juicios, fuera de cualquier convencionalismo o moda, su muy cocinada autonomía, su originalidad que lo aproxima a otros visionarios del novecientos americano como Harry Partch, John Cage, Sun Ra, Ornette, Coleman. Quienes no son aquellos que venden fácilmente sus discos ni quienes aparecen a cada momento en la TV, pero son aquellos que tienen una mirada hacia el futuro y que manejan fuertes pensamientos, aquellos que cambian el orden establecido en la rotación de la música, aunque no se den cuenta de inmediato. No son los Strokes o los Chemical Brothers y mucho menos REM o los U2.
Tengo que decirles una ultima cosa sobre Frank Zappa, será la última lo juro, él ha sido un músico divertido, y tengo que subrayar este termino. Frank Zappa, ha sido un músico divertido, me he sonreído, me he reído tanto con Frank Zappa, he liberado tantas bellísimas energías de alegría y gozo que muchas veces la vida nos sepultará muy en fondo en fondo; con sus personajes bufos, con Ronny e Kenny y su cultura en los urinarios, con el bandido de Illinois armado con una bolsa para hacer lavativas, con el diablo que se come a la muchacha y al agujero, con “tetas & cerveza”. Así como con la música; pensada con gas hilarante de Peaches en Regalia, a la bocina acelerada de Uncle Meat Variations, a las falsificaciones de doo wop tipo Wowie Zowie o I Have Been In You.
También Zappa se divertía. No olvidaré jamás su última aparición en público, en Frankfurt, con el “Ensemble Modern”, la noche del tercer concierto. Ya estaba muy enfermo y se le veía en los ojos un extremo sufrimiento, sus cabellos estaban deshilachados y grises, pero fue capaz de participar en una parte con irresistible humor con Welcome to United States, dirigiéndo al grupo con un sombrerito de niño en su cabeza.
Estas cosas divertidas han marcado mi espíritu y mi vida, y estoy seguro que quienes me leen aquí, podrán decir la misma cosa.
Puedo repetir las palabras que Jorge Luis Borges le escribiera a Robert Louis Stevenson, el autor de la Isla del tesoro, y aquí hago un paréntesis porque hablo de tres de mis héroes preferidos, Borges, Stevenson y Zappa… Bueno Borges escribe: “Robert Stevenson ha sido para mi una de las formas de la felicidad humana”. Y yo devotamente, le robo la frase y sin problemas se la aplico a nuestro amadísimo héroe.
“Frank Zappa ha sido para mi una de las formas de la felicidad humana”.
3 comentarios:
Excelente escrito, muy bello y autocrítico el Signore Bertoncelli.
Un acierto en su elección.
Saludos,
Javier.
La frase no está en Platón, sino en una traducción clásica de la
_República_ de Platón al inglés. Creo que ya lo comentamos aquí hace
algunos años.
Romàn Garcìa
puff...
es que tu eres ultra-roman-o
-J
Publicar un comentario