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viernes, 9 de febrero de 2007

HOT RATS


HOT RATS
Daniel Carrillo


Si echamos en una juguera un poco de jazz, algo de rock, otra pizca de blues y un cuarto de funk y también una generosa dosis de sicodelia, si es que no estamos en un día particularmente de suerte, lo más probable es que resulte una magnánima porquería.

Pero si a la fórmula le agregamos el genio compositivo de Frank Zappa, el brebaje logrado será sobrenatural: Hot Rats.

Grabado en 1969, es el primer esfuerzo solista de Frank sin los Mothers of Invention y para muchos también es el primer disco de jazz fusión de la historia. Mirado en perspectiva, aparece muy adelantado a su tiempo, como gran parte del trabajo de Zappa. No obstante, es una de sus producciones con más llegada al gran público –junto con otras placas que se me vienen a la mente, como Apostrophe y Overnite Sensation-, a pesar de que se trata de un disco casi completamente instrumental, que exige una notable apertura mental del oyente, sobre todo en los primeros acercamientos.

Pero la belleza y la inspiración que expele cada compás, con delicadas líneas de piano con aroma jazz, guitarras escurridizas, percusiones y ritmos hipnóticos y un sello distintivo en los instrumentos de metal lo hace brillar con naturalidad.

Sumado a esto, el aporte del violín de Sugar Cane Harris, principalmente en Willie The Pimp, es memorable.Creo que junto a las otras dos placas mencionadas –y otras que evidentemente se me escapan, ya que estoy lejos de ser un experto o ni siquiera un mediano conocedor de su obra completa, ya que no he escuchado más de diez discos completos de él- Hot Rats debería incluirse en algún manual de cómo escuchar Frank Zappa y no morir en el intento.La primera canción, Peaches En Regalia, es un tema amigable, en apariencia simple, pero que va rellenando cada espacio con sonidos diversos, tocados siempre en las notas precisas.

Una fresca y pegajosa melodía de guitarra, adornada con arpegios de piano, da paso a otra con cierto aire funk, después de la cual surgen los metales: un clarinete, un saxofón y un oboe que escupen ideas simples, cercanas al jazz. Un nuevo riff de guitarra de sonido funk precede un brevísimo solo de Zappa.El fin del punteo marca la entrada del teclado, que es seguido de nuevo por otra línea musical de los metales.

Pasados los 2.30 minutos los instrumentos retoman la segunda melodía y principal del tema, jugando con ella en diversas combinaciones hasta el fin del track.La segunda composición es, en general, mucho más sencilla que Peaches En Regalia, recayendo el mayor peso instrumental sobre la guitarra de Zappa y el violín. Todo esto, claro está, encima de una base rítmica sabrosa.Willie The Pimp parte con una línea de violín relajada y excitante a la vez, que parece caminar de la mano de los tambores y platillos.

El aire funky del conjunto se refuerza con la entrada del bajo y la guitarra, que repiten en lo esencial el patrón del violín, y también con la voz severa y rasposa de Captain Beefheart, que escupe ideas similares.A los 55 segundos de canción la melodía principal se pierde y comienzan a fraguarse una serie de ideas musicales que finalmente decantan en un gran solo de guitarra, realmente memorable y que se extiende por más de siete minutos, con algunas intercalaciones de canto.Sin entrar en excesivos detalles, el solo es salvaje e inteligente a la vez y mantiene el aire funk del track, con aderezos de licks blueseros y sicodélicos.

La base rítmica, en apariencia simple, también se deja ir a las esferas extraterrestres de la guitarra de Zappa, sobre todo a partir de los 6.30 minutos.

Después de un clímax, la línea principal retorna con más fuerza hasta el final, cerrando un tema demoledor.Un redoble de batería da la bienvenida a una gran melodía de clarinete y saxofón, que trae a la mente el sonido del primer corte del disco.

Se trata de Son Of Mr. Green Genes, versión instrumental de Mr. Green Genes, que Zappa grabó en el álbum Uncle Meat.

La irrupción de los teclados sirve de antesala a un dinámico cambio de ritmo, que acompaña al primer solo de guitarra, que irradia, junto a la base rítmica, puro rock de los setenta.

Claro que los acordes de piano en segundo plano le dan un aire único.Luego de este breve lucimiento aparece una trompeta cuyo sonido se irá intercalando a lo largo del track, al igual que los solos de guitarra y una serie de interesantes ideas musicales, que hacen entretenido cada uno de los nueve minutos del tema, siempre acompañado en forma discreta por algún acorde de piano.Mención destacada exige la batería, que realmente marca presencia junto al bajo, y dispara trazos de percusión hardrockera, sobre todo a partir de los 3.30 minutos y desde los 6 minutos en adelante, que dan la idea de que uno podría estar fácilmente escuchando un jam de unos inspiradísimos Black Sabbath.

Después de toda la tormenta de lucimiento instrumental, emerge nuevamente la melodía principal, ahora con el sabor especial que le dan los teclados.

Little Umbrellas entra en escena con un feeling jazzero, principalmente por el sonido del piano, que simplemente repite una secuencia de acordes, y del contrabajo.

Sobre ellos la trompeta colorea una melodía que me suena un poco a marcha funebre, aunque en general la pieza tiene más que ver con algo oculto, misterioso, que con la muerte -si es que no es la misma cosa, jejej-.

Pasado el minuto los teclados y los efectos electrónicos se toman la composición, que se sigue moviendo con seguridad y retoma su melodía principal, ahora reforzada por efectos.Se trata del tema más breve del disco, que predece al más extenso: The Gumbo Variations.A esta altura, a pesar del placer que produce escuchar una y otra vez este álbum, siento que la sostenida escucha analítica del mismo puede estar minando un poco mi objetividad –si es que un comentario de este tipo puede ser algo objetivo-.

Por lo mismo, trataré de ser más conciso en las apreciaciones, sobre todo en este tema, que me podría tener toda una tarde disectándolo.The Gumbo Variations parte con una línea de bajo funky que engancha, la cual es aderezada por unas insistentes maracas y un teclado sutil. Rápidamente la guitarra y el saxo toman el control creando una atmósfera netamente Zappa.
Luego de un par de repeticiones la guitarra enmudece y el saxo queda al frente, con un solo monstruoso, a ratos “elefantástico”. Ya a esas alturas se da por sentado que el track es un jam session, prácticamente una base, entretenida, creativa y flexible en todo caso, sobre la cual desgranar solos y llegar así a instancias musicalmente celestiales.
Por los 5.45 la canción se reduce a un sublime trío de saxo, bajo y batería, que crea un nuevo clima. Luego regresa la guitarra con un riff funk que termina siendo doblado por el bajo.

Puro rock clásico, y del bueno, con toques de violín y solos de guitarra ardiente que parecen encender el tiempo y que recuerdan a ratos el sonido de Mahavishnu Orchestra.

A los 13.44 es el turno de las baquetas, con un solo divertido, variado y con el bajo haciendo lo justo, lo que da la impresión de un oasis o un relax en medio de tantas notas juntas. Claro que de pronto todo se descontrola y el cuadro pinta para sicodelia pura, pánico y caos, la quintaesencia de la belleza en el arte, sobre todo si se trata de Frank Zappa.

El último tema, It Must Be A Camel es guiado principalmente por el saxo, con grandes acordes de piano que crean atmósferas experimentales y extrañas, gracias también a efectos místico-electrónicos, en donde se asoma también el violín maestro del virtuoso Jean-Luc Ponty.Tal vez el track más extraño y experimental con breves solos de guitarra intercalados con frases de xilófono y flauta.

Digno final para un disco que entretiene, inquieta y relaja, todo por partes iguales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sin duda, de los que comentas, el músico que más deudores tiene en la música de estos días, es Zappa.

Nico Gutiérrez.