Este artículo lo escribí para conmemorar el décimo aniversario de la muerte de Frank Zappa, y apareció publicado en musicalidad.net el 28 de noviembre de 2003:
Zappa: 10 años huérfanos de Madre19 de septiembre de 1985. El Senado de los Estados Unidos inicia una serie de sesiones para debatir un único punto: la implantación de etiquetas en las portadas de los discos rock que adviertan de las referencias sexuales de las letras de las canciones. El comité de Comercio, Ciencia y Transporte iniciaba, de este modo, unas sesiones que la prensa había bautizado con el nombre de “Guerras porno”. La expectación mediática era impresionante: la presencia de unos 50 fotógrafos y 35 cámaras de televisión era algo nunca visto en cualquier sesión celebrada en el Senado. Ni los comités dedicados al presupuesto ni al programa de defensa de misiles conocido como “La guerra de las galaxias” habían despertado por parte de la prensa un interés siquiera similar.
Las audiencias se habían convocado debido a la presión del PMRC, una organización formada por esposas de senadores norteamericanos, entre las cuales se encontraba Tipper Gore, mujer del entonces senador Al Gore. Era precisamente ella quien, meses atrás, se había escandalizado al ver que su hija de 8 años escuchaba una canción de Prince en cuya letra había una referencia a la masturbación. El PMRC, un grupo con afinidades a la PTA (una entidad conservadora formada por padres y profesores), quería una regulación para etiquetar los discos. Ese día, ante el Senado, comparecía, con traje Armani y corbata, el músico de rock Frank Zappa, convirtiéndose, con su testimonio, en prácticamente el único opositor a la pretensión del PMRC. Zappa venía desde hacía meses calificando esta pretensión de práctica censora que atentaba contra el derecho a la libertad de expresión, recogido en la Primera Enmienda de la Constitución norteamericana.
Su comparecencia, que contó con una extensa cobertura en la televisión por cable, sirvió para que muchos descubrieran a este músico. O para que conocieran definitivamente sus razones, puesto que Zappa llevaba todo el año apareciendo en diversos programas de televisión (como el de Larry King o el de Ted Koppel) debatiendo su postura con representantes del PMRC. Y a pesar de que Zappa, por aquel entonces, había editado más de cuarenta discos en casi veinte años de trayectoria profesional, sus canciones tenían un alcance limitado por una razón: su música no se solía emitir en las emisoras de radio.
La voz de Zappa se había caracterizado, desde sus comienzos, por su originalidad, su sinceridad y su eclecticismo. Fundador y máximo responsable de los Mothers of Invention, este grupo arrancó a mediados de los 60 en la costa oeste de los Estados Unidos, grabando en junio de 1966 Freak Out!, considerado el primer álbum conceptual del rock, y una de las fuente
s de las que bebería el Sargeant Pepper de los Beatles. Tras editar, un año después, Absolutely Free (que contenía la canción “Plastic People”, que se convertiría en todo un himno de rebeldía entre la juventud de los países centroeuropeos), los Mothers graban Estamos aquí sólo por la pasta (We're Only in It for the Money), con una portada que parodiaba directamente el Sgt. Pepper y con unas letras que, en pleno 1968, descalificaban, mediante la burla más incisiva, todo el movimiento hippie de San Francisco. Zappa pensaba que los hippies no sólo no eran una manifestación anti-sistema, sino que conformaban un movimiento de boy scouts, de jóvenes que no hacían nada más que drogarse, vagar por San Francisco sin preocuparse por nada y volver a casa cuando se acababa el dinero: en definitiva, unos hijos de papá cuyo idealismo se traducía, por las drogas, en una absoluta incapacidad a la hora de actuar.
Porque Zappa era un activista antidroga. Nadie en aquel tiempo podía creerse que los Mothers of Invention (unos auténticos provocadores que montaban espectáculos transgresores en que simulaban eyaculaciones al tiempo que se burlaban de Elvis Presley o las Supremes) hicieran todo eso sin la ayuda de sustancias. “Los norteamericanos toman drogas como si su consumo otorgara una licencia especial para ser un gilipollas. Te puedes excusar de cualquier cosa estúpida que hayas hecho la noche anterior diciendo que estabas colocado cuando lo hiciste”, decía Zappa. Y también aseguró, años más tarde, que su opinión sobre las drogas supuso el rechazo de la industria a los Mothers of Invention. Sea como fuere, el grupo que rivalizó duramente con la Velvet Underground por la construcción de un proyecto musical y estético, se vio relegado, poco a poco, a ámbitos minoritarios.
No obstante, el proyecto de Zappa nunca se detuvo. Ni diversas circunstancias personales (el incendio de su equipo durante un concierto, hecho que inspiró la letra de “Smoke on the Water” de Deep Purple, o la grave agresión propinada por un fan), ni los vaivenes ocasionados por la indus
tria (principalmente, una larga batalla legal con la Warner por la edición de sus discos) acabaron con su proyecto político. Zappa profundizó en los 70 en su búsqueda de la fusión como elemento clave en la configuración de una obra unitaria, en la que cada parte (cada disco, cada canción) no se entiende fuera de su unidad. Zappa consideraba que todos sus discos no eran más que parte de un gran disco, en definitiva, de un discurso político coherente basado en la libertad del individuo y en la ruptura de ciertos tabúes. Éstos incluían a los puristas: Zappa fue un pionero de la fusión, y su obra está compuesta por piezas instrumentales, rock, electrónicas, big bands y jazz. La voluntad de unidad de su obra parte de lo que él llamo la “continuidad conceptual” (juegos de referencias cruzadas de sus canciones) hasta profundizar en interrelaciones más complejas: Zappa entiende que cada declaración que hace, que cada película que filma, que cada nota que escribe, forma parte de este proyecto. Zappa era consciente de que escribir una nota musical era un cuestión política.
Poseedor de una vastísima cultura musical (en unas declaraciones de principios de los 90 alaba la música del grupo español Ketama), Zappa es un músico único en tanto que se mueve como pez en el agua conjugando sus diversas influencias musicales: por un lado, el R&B de los años 50 (Muddy Waters, Johnny “Guitar” Watson, Big Mama Thornton); y, por otro, la música instrumental contemporánea (Varèse, Stravinsky, Bartok). Zappa establece diálogos constantes entre ambas vertientes, tanto en su faceta de compositor como en la de director orquestal. La fusión fluye, totalmente desprovista de artificio, a lo largo de sus LPs de los 70: Apostrophe ('), One Size Fits All, Zoot Allures, Zappa in New York, Sheik Yerbouti, etc.
Y es a caballo entre los 70 y los 80 cuando la obra de Zappa ofrece una clara evolución temática y discursiva. Si hasta el momento sus críticas iban dirigidas a la industria musical, es a partir de finales de los 70 cuando Zappa empieza a pensar en esta industria como un instrumento del gobierno. Así, su ópera rock de 1979, Joe's Garage, una reflexión sobre la censura en la creación artística, supone un vaticinio de los nuevos tiempos: en 1980 Ronald Reagan es investido presidente de los EE.UU., y Zappa se convierte en un continuo opositor de su política. Es por esto que en el video-clip “You Are What You Is”, vemos una dramatización que no deja lugar a dudas: aparece Zappa propinando descargas a un Ronald Reagan sentado en una silla eléctrica. El vídeo es censurado en la MTV, lo que supone el divorcio absoluto entre Zappa y la nueva televisión musical. Tras haber acogido el músico la llegada de la MTV con un cierto entusiasmo (creía que sería una buena plataforma para los grupos nuevos, aparte de un instrumento importante para la búsqueda de nuevas formas de expresión basadas en la música), este hecho supone el punto y final de sus esperanzas hacia la industria. A partir de entonces, centrará todos sus esfuerzos en la lucha por la libertad de expresión, llevando a cabo multitud de acciones civiles contra cualquier forma de censura instigada desde la administración.
Así, 1985 presenta a Zappa con un discurso maduro y plenamente elaborado. En su declaración ante el Senado, tachó de censura la voluntad de etiquetar los discos, y dijo que esta medida era “el equivalente a curar la caspa con la decapitación”, apostó por la potenciación de la educación musical en las escuelas y defendió el derecho de los músicos a componer sin la presión de ser estigmatizados por una pegatina en sus discos que alertase del lenguaje de las canciones. Zappa negó la relación entre música y conducta, cuando años más tarde resumía su postura: “La mayoría de las canciones son de amor. Si las canciones te influyeran para hacer cosas, nos amaríamos entre todos”. Y advirtió, en definitiva, de los peligros que supone el control artístico por parte de los grupos religiosos de derechas: “¿Qué pasaría si en el futuro se pide que se escriba una gran letra 'J' de color amarillo en todos los discos escritos o tocados por judíos para evitar que los niños indefensos se expongan a mensajes sionistas ocultos?” Finalmente, la industria cerró filas y las sesiones acabarían con un acuerdo de etiquetado que todo el mundo conoce hoy: la pegatina “Parent Advisory: Explicit Lyrics”
La obra de Zappa en los 80 sería aún más interesante que la de las décadas anteriores. Tras las sesiones del Senado, el músico se convierte en una voz que clama por la libertad de expresión y por la puesta en marcha de campañas informativas para desenmascarar a los grupos de presión de derechas en una sociedad, la de la administración Reagan, tan endeudada con estos grupos. Así, en 1988, Zappa saca a la carretera a una decena de músicos con los que va de gira, durante unos cinco meses, por parte de Estados Unidos y Europa. En año electoral en su país, Zappa hace continuos llamamientos en sus conciertos a la movilización ciudadana, pide a los jóvenes que voten, e incluso lleva a sus actuaciones formularios de inscripción en el registro de voto. Zappa potencia en esta gira su vertiente periodística (consideraba que su labor de músico utilizaba técnicas periodísticas porque reflejaba la sociedad de su tiempo) y arremete en sus canciones contra los telepredicadores, los republicanos y cualquier asociación que intente poner trabas a la libertad de expresión. Denuncia en estas canciones el Irangate, el programa de misiles “La guerra de las galaxias”, el enriquecimiento personal de los gobernantes republicanos y las políticas sociales de este partido. Sin olvidarse de las críticas a la industria musical y al fenómeno del fan, con burlas a Elvis Presley o Michael Jackson. Tras acabar la gira, se editarían tres álbumes con este material en directo: Broadway the Hard Way, The Best Band You Never Heard in Your Life y Make a Jazz Noise Here.
Y es entonces cuando publica su autobiografía, The Real Frank Zappa Book, síntesis de su pensamiento político. El músico se presenta como un “conservador práctico”, felizmente casado desde los años 60, padre de cuatro hijos y amante del trabajo. Confiesa no confiar más que en su familia. Expresa en el libro sus ideas sobre lo que debe ser una educación adecuada para los niños. Defiende su postura en contra de las drogas. Explica el contenido de algunas de sus canciones y resume la conducta humana en una palabra: la “estupidez”. Según su punto de vista, en la estupidez y la ignorancia se encuentran los principales problemas de la sociedad estadounidense.
El final de la década nos trae a un Zappa en plena actividad política, ayudando incluso, durante un breve contacto, al gobierno checo de Havel en tareas culturales. No obstante, en 1990, se le diagnostica al músico un cáncer de próstata. Con estados de convalecencia que se harán cada vez más prolongados, se encierra en una obsesión: ordenar su monumental obra. Intentando que la enfermedad no interrumpa su ritmo de producción (era, desde siempre, un auténtico adicto al trabajo), reedita sus más de sesenta álbumes, combate la piratería editando los mismos discos piratas que había en el mercado con su obra, deja instrucciones para la edición póstuma de material inédito, se centra en la elaboración de música instrumental, desarrolla la composición de piezas electrónicas y llega incluso a interesarse por un proyecto de música global (toca en su estudio con lo Chieftains) tras el fracaso de sus negociaciones con el ayuntamiento de Madrid para instalar en la capital española una especie de Bauhaus musical que había de desarrollar diversos proyectos en el marco de las celebraciones de 1992. Finalmente, Zappa muere en diciembre de 1993, a pocos días de cumplir los 53 años de edad.
Experimentador arriesgado, músico capaz de escribir en cualquier estilo, admirado por eminencias del mundo de la música clásica como Zubin Mehta o Kent Nagano, productor e impulsor de nuevos grupos y artistas (entre ellos, Alice Cooper), descubridor de talentos musicales (el guitarrista Steve Vai), autor de una vasta y compleja obra que incluye no sólo discos, sino también películas y productos televisivos, principal fuente de inspiración reconocida de Matt Groening (el autor de los Simpson), su análisis social y sus propuestas de solución serán recogidas, tras su muerte, por autores como Michael Moore (el director de Bowling for Columbine). Zappa es una personalidad de complejo estudio, que huye de las catalogaciones. No obstante, sí existe un punto de partida: uno de los creadores más originales y creativos del rock. Y, sin duda, el mayor dotado intelectualmente: el que más consciente era de las implicaciones que tiene el oficio de músico. A diez años de su muerte, con un nuevo Bush en la Casa Blanca, un sector amplio de los artistas norteamericanos han aprendido la lección y continúan la labor que Zappa llevó en solitario en los años 80 Ése es, tal vez, el mejor legado que se extrae en cada una de sus canciones y de sus manifestaciones: la libertad individual y la oposición a cualquier ataque contra ésta.