“Su música apenas ha aparecido en televisión, en radio o en bandas sonoras de películas, y así es como se entiende que Zappa sea muchísimo menos conocido que figuras coetáneas como Jimi Hendrix o incluso menos aún que algunos de sus discípulos confesos, como Steve Vai.”
Con Universal poniendo en circulación todo el catálogo de Frank Zappa, el experto en su obra Manuel de la Fuente, repasa la primera parte de la discografía de este músico indómito e inquebrantable.
Texto: MANUEL DE LA FUENTE.
La reciente reedición del catálogo de Frank Zappa sitúa en primer plano a uno de los músicos más transgresores, provocadores e iconoclastas de la cultura rock del siglo XX. Y uno de los menos escuchados. Existen numerosas razones para explicar esta circunstancia. En primer lugar, un posicionamiento ideológico por parte del artista que, desde el principio de su carrera, le llevó a ser apartado de los circuitos de distribución mayoritarios. Pero no solo eso, ya que Zappa atacó, ya en los años sesenta, la escena contracultural norteamericana, arremetiendo contra el movimiento hippie, al que criticaba su ingenuidad y sometimiento al sistema. Ello hizo que Zappa no haya sido nunca especialmente reivindicado por el “underground” y que se haya camuflado este desprecio bajo la excusa del carácter inabarcable de su música, tanto por su carácter prolífico (editó unos setenta álbumes en sus cerca de treinta años de trayectoria) como por su eclecticismo (abarcó todos los géneros musicales de la tradición pop anglosajona, moviéndose continuamente del rock a la música clásica). Todo junto ha llevado a que su obra se haya calificado tradicionalmente de “música difícil”.
A esto se añade el hecho de que su fallecimiento, en diciembre de 1993, no fuera seguido de un revival nostálgico de su figura, algo coherente para un músico que huía de la melancolía, que encajaría en la definición que dio Luis Buñuel sobre Buster Keaton: “un gran especialista contra toda infección sentimental”. Sin embargo, el peaje que tuvo que pagar es evidente: un mayor alejamiento del conocimiento de su legado. El celo con el que su viuda, Gail Zappa, viene protegiendo desde entonces este legado (con demandas por infracciones de los derechos de autor, así como una oposición frontal a aparecer en los distintos canales que ofrece internet) ha provocado que Zappa sea una figura un tanto inaccesible y, desde luego, mucho más desconocida incluso en la vertiente más proclive a la recuperación por parte de los fans, como es su faceta de guitarrista de los años setenta. Su música apenas ha aparecido en televisión, en radio o en bandas sonoras de películas, y así es como se entiende que Zappa sea muchísimo menos conocido que figuras coetáneas como Jimi Hendrix o incluso menos aún que algunos de sus discípulos confesos, como Steve Vai.
La avalancha de reediciones busca romper con esta tendencia junto con la inclusión de sus discos en la Apple Store. Una reedición integral que comprende toda la trayectoria del músico, tanto su etapa de los años sesenta y setenta como su etapa de madurez, la década de 1980, la que convertiría a Zappa en un ejemplo ético imitado hasta la saciedad por artistas y grupos como Bruce Springsteen, REM, Bono o Michael Moore.
“Freak out!”
(1966)
En 1966, Tom Wilson acababa de revolucionar la historia del rock registrando en disco la electrificación de Bob Dylan al producir el elepé “Bringing it all back home” y la canción ‘Like a rolling stone’. En aquel entonces, Zappa ya había hecho sus pinitos con algunas grabaciones amateurs en un pequeño estudio que había adquirido y en el que se pasaba todas las horas del día probando todos los aparatos y técnicas, como un niño que se tira la noche en una juguetería. Cuando escuchó en la radio la nueva canción de Dylan, se quedó estupefacto y pensó que, si la música rock seguía ese camino, él no tendría nada nuevo que aportar. Sin embargo, aquello fue una ilusión y el rock no siguió los derroteros discursivos del “Highway 61 revisited”. Para su primer disco, Zappa contó con el mítico productor, y Tom Wilson supervisó “Freak out!”, que rivalizó con el “Blonde on blonde” por ser el primer disco doble del rock y que se considera el primer álbum conceptual, ofreciendo algunas claves que después tomarían los Beatles para su “Sgt. Peppers”. Zappa pasó inmediatamente a ser uno de los músicos favoritos de John Lennon, que peleó para que su música llegara a Inglaterra y sonara en la BBC. No es difícil imaginar el motivo: “Freak out!” ofrece un retrato devastador de la sociedad norteamericana de los años sesenta, arrancando con un ataque al sistema educativo y al “american way of life”, que sería el motor principal del discurso zappiano.
El elepé arrancaba con unos versos demoledores: “Mister America, / walk on by / your schools / that do not teach”. A ello le seguían los temas constantes en la obra de Zappa: burla del falso sentimentalismo de las canciones de amor (en canciones con títulos tan expresivos como ‘I ain’t got no heart’ o ‘Go cry on somebody else’s shoulder’), llamamientos a la libertad de pensamiento y expresión (‘Who are the brain police?’) y frescos desoladores sobre la sociedad contemporánea (como en ‘It can’t happen here’ o ‘The return of the son of monster magnet’, que daría pie al ‘Revolution #9′ de los Beatles). Y, cómo no, esa profundización discursiva emprendida por Dylan, con un Zappa haciendo su ‘Like a rolling stone’ particular en un tema titulado ‘Trouble every day’. En esta canción, Zappa hace como Dylan, un retrato social pero no a través de un personaje que se ha convertido en una parodia de lo que pudo haber sido, sino a través de una sociedad totalmente decrépita que muestra constantemente la mentira de ese sueño americano. Y lo hace describiendo los disturbios raciales del verano de 1965 en el barrio Watts de Los Ángeles, que acabó con más de 30 muertos. Pero, en lugar de hacer una crítica fácil contra la brutalidad policial (contra la que el músico, por otra parte, arremete muy duramente), Zappa se fija también en la pulsión violenta de la población, de manera que no habría tanto un problema de ejecución del poder sino de fracaso del sistema educativo: la violencia de Watts benefició al poder político por cuulpa de las ansias destructoras de una población sometida que no sabe encontrar una respuesta alternativa a la de violencia. La solución, así pues, estaría en ese sistema educativo que falla, un tema sobre el que el músico volvería una y otra vez.
“Absolutely free”
(1967)
Al poder político, piensa Zappa, le interesa una población sometida, ignorante y sin acceso a la educación. Porque así es como puede perpetuarse en el poder.Su segundo disco profundizará en esta idea desde el primer tema, ‘Plastic people’, construido sobre la base del ‘Louie Louie’. La canción empieza con el presidente de los Estados Unidos farfullando unas palabras, y evoluciona hacia una crítica despiadada de los gobernantes del país a los que se tacha de “nazis”: “Take a day / and walk around / Watch the nazis / run your town”. La canción busca que la población despierte de esa alineación a la que se ve sometida por el poder y, de hecho, fue un tema que se convirtió en un icono de la lucha antisoviética en Checoslovaquia, sirviendo de inspiración para el grupo de rock “undergound” The Plastic People of the Universe.
“Lumpy gravy”
(1968)
En los discos anteriores, Frank Zappa había iniciado su carrera con el grupo The Mothers of Invention, en cuya génesis ya se pueden ver los problemas del músico con la industria. Su idea era que el grupo se llamase The Mothers, debido a que en la jerga del jazz, la palabra hacía referencia a “motherfucker”. Pero tuvo que añadir la coletilla “Of Invention” porque no se vio con buenos ojos el debut de un grupo que se llamase “Los Hijos de Puta”. Por lo visto, no quedaba del todo bien. Zappa disolvió el grupo y lo volvió a reunir con distintos músicos en diferentes ocasiones. “Lumpy gravy” aparece firmado por Zappa sin los Mothers y es la primera muestra de un artista que percibe la música como un medio en el que hay que dinamitar las etiquetas. Así es como crea un disco instrumental en el que no renuncia a introducir diversos sonidos, ruidos y fragmentos de conversaciones. Zappa se destapa como compositor contemporáneo, que pretende situarse en la estela de Edgar Varèse, Igor Stravinsky y la musique concrète. Desarrollaría esta vertiente al año siguiente en su álbum “Uncle Meat”.
“We’re only in it for the money”
(1968)
Tal vez su disco más conocido, a la vez que uno de los más polémicos. Harto de la escena hippie, el músico decidió atacarla y cuestionar sus postulados rebeldes. Para Zappa, los hippies son unos hijos de papá que deciden ir de campamento a San Francisco, drogarse, pasarlo bien y, cuando se acaba el dinero, volver a casa. El problema se encuentra en el consumo de drogas que no liberan el espíritu, sino que anulan la capacidad de actuación del individuo. Cuando alguien se droga, según Zappa, se alinea con el sistema, se idiotiza, es incapaz de reaccionar. Esa postura radical antidrogas le llevó a expulsar a músicos de sus grupos cuando descubría que tocaban bajo los efectos de las sustancias. Para articular estas ideas, se puso manos a la obra con la edición de un elepé que constituía una parodia del “Sgt. Pepper”, el disco que había glorificado el hippismo. Y le puso un título que se burlaba de toda la escena musical alternativa: “Estamos aquí solo por la pasta”. Aparte de diseñar una portada que se reía de la del disco de los Beatles, las canciones dan una vuelta de tuerca a las composiciones de Lennon y McCartney, cuestionando la ingenuidad de los de Liverpool: donde los británicos veían paz, amor y esperanzas de libertad, Zappa veía familias desestructuradas, alcohólicos, prostitutas, congresistas ultraderechistas, jóvenes adocenados y brutalidad policial. “We’re only in it for the money” queda como uno de los testimonios más demoledores de la contracultura de los años sesenta, como una crónica desmitificadora y desgarradora con la que Zappa marcó su distanciamiento definitivo de la escena “underground” y alternativa. Fue el precio que tuvo que pagar por ofrecer una de las visiones más lúcidas que se han trazado sobre el panorama cultural de Estados Unidos en la etapa del “verano del amor”.
“Cruising with Ruben & The Jets”
(1968)
Parodia de Zappa de las canciones doo wop. El músico reconocía su intención de reflexionar sobre la música popular norteamericana llevándola al extremo. Así, las letras eran de una estupidez superlativa, “sub-mongoloide”, según las palabras de Zappa: amores y desamores adolescentes y proclamas ingenuas de amor eterno en temas como ‘You didn’t try to call me’, ‘Love of my life’ o ‘Anything’. El efecto fue el deseado: hubo DJs que pincharon el disco de este grupo imaginario hasta que se enteraron de que, en realidad, se trataba de una obra paródica del gran iconoclasta del rock.
“Uncle Meat”
(1969)
Zappa cerró su etapa con The Mothers of Invention con una obra ambiciosa con la que empezó a explorar otros territorios expresivos. “Uncle Meat” era, de hecho, un proyecto de película, una película sobre su grupo, que no pudo completar hasta veinta años más tarde. El film era una reflexión sobre las dificultades que comporta la creación artística en la sociedad contemporánea, donde los creadores tienen que someterse a los dictados de la industria y moverse, en todo momento, en un difícil equilibrio entre la expresión personal y los condicionantes políticos que permiten llegar solo hasta determinado punto. El protagonista de la película se veía con todo tipo de dificultades para sacar adelante su obra, expresión de los problemas a los que tuvo que enfrentarse Zappa. Si bien la película no se completó en su momento, sí pudo publicar una parte del proyecto, el disco. Dos años más tarde, lo volvería a intentar con “200 motels”, filmando una de las películas más originales del cine-rock. Pero el elepé “Uncle Meat” sigue siendo una de sus obras más ambiciosas, donde no faltan los retratos de los estereotipos sociales (en canciones como ‘Dog Breath, in the year of the plague’) y composiciones como ‘King Kong’, un tema versionado por grupos como The Residents. Se trata de una reflexión sobre la voracidad del sistema capitalista, ya que, como decía el propio Zappa, King Kong era la historia de un gorila gigante que vivía en la selva “hasta que llegaron unos norteamericanos, se lo llevaron a Estados Unidos, ganaron una pasta con él y después lo mataron”.
“Hot rats”
(1969)
Otro de sus discos fundamentales, en los que Zappa decide probar nuevos sonidos, salirse de los márgenes de la música rock y emprender su camino de búsqueda de la fusión, es decir, de crear un estilo propio conjugando el rock con la música clásica contemporánea. Será una de las claves de su estilo. En “Hot rats” juega con la música popular norteamericana partiendo del jazz y el rock y reflejando que su interés por exceder los límites de la música va en serio. En la época en la que se empeña en hacer cine, define este disco como “una película para los oídos”. Y se arriesga, como con “Lumpy gravy”, haciendo un disco instrumental, con algunos temas que pasarán a formar parte de su repertorio habitual, como ‘Peaches en regalia’ o ‘Son of Mr. Green Genes’. Un disco instrumental en una sociedad que no soporta la música instrumental, donde lo que vende tiene que ir siempre con letra, por muy estúpida que esta sea, como llegó a reconocer él mismo. Por si la provocación no fuera suficiente, incluyó un único tema cantado, ‘Willie the pimp’: eso sí, el cantante era su amigo Captain Beefheart (a quien Zappa le produjo ese mismo año el disco “Trout mask replica”) y la letra era un retrato sobre un proxeneta. Como vemos, algo muy poco edificante en plena era Nixon.
“Burnt weeny sandwich”
(1970)
Zappa empieza a reivindicarse en la tradición de la música clásica contemporánea desde el mismo título del disco, que hace referencia a una de sus comidas favoritas, una especie de hot dog que se solía comer para reponer fuerzas mientras estaba grabando: en medio de dos versiones de canciones rock de los años cincuenta (‘WPLJ’ y ‘Valarie’), el músico introduce la sustancia del bocadillo, una serie de composiciones instrumentales en la que destaca ‘Holiday in Berlin’. El título de estas “vacaciones en Berlín” resulta irónico: en mitad de un concierto de los Mothers of Invention en la ciudad alemana, irrumpió un grupo de activistas estudiantiles de izquierdas que le pidieron que leyera un manifiesto. Zappa se negó, provocando el enfado y alejamiento de los movimientos radicales. Una actitud que sigue despertando incomodidad entre la izquierda, siempre reacia a intentar apropiarse como icono a alguien que hizo de la independencia toda una actitud vital y artística.
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Manuel de la Fuente es autor del libro “Frank Zappa en el infierno” (Biblioteca Nueva), un estudio sobre las implicaciones sociopolíticas de la obra del músico norteamericano.