ZZ...“está garantizado que el contenido del blog planetazappa NO provocará condenación eterna en aquel lugar regentado por un tipo con cuernos y tridente"...ZZ

viernes, 25 de julio de 2008

Profundamente.... Frank Zappa

Profundamente.... Frank Zappa
Luis Gonzalez
Profundamente.
Esto que voy a soltar ya lo he dicho varias veces, pero me actualizo.
No entiendo como alguien se puede tomar demasiado en serio ningùn discurso literario del señor Zappa.
Creo que es un error de bulto y no haber entendido su discurso global para nada.
Acaso era Zappa un obseso sexual? un tarado empeñado en que el piano estaba lleno de gente?
A mi entender Zappa se reia hasta de su sombra y utilizaba cualquier excusa para "meterse" con quien se pusiera por delante mientras que a ello pudiera sacarle algùn provecho.
Por què dar una importancia exagerada a su discurso polìtico, a su supuesta lucha contra los predicadores, etc, etc y màs etc, y no en cambio proclamarlo como un degenerado sexual?.
Sinceramente pienso que dentro de sì le importaban tres pimientos tanto el sexo como el futuro de la raza humana.
Su lucha era su pasiòn por su mùsica y por hacerla escuchar.
De haber vivido en un pais ideal, democràtico, libre sexualmente, etc, etc, Zappa hubiera defendido el fascismo, el cristianismo, a la iglesia, el papa y lo que hubiera hecho falta para hacerse escuchar.
Sin duda.
Y me resulta imcomprensible que Manuel altarice (palabro guapo) en Zappa todo lo que para mì es secundario. Por cierto, el dvd està estupendo, que cojones, incluye un montòn de temas de mi disco preferido, "You Are What You Is", donde ademàs de mogollòn de canciones estupendas dice un montòn de sandeces. Ese concierto "pirata" tenia una calidad mucho inferior...
No Romàn?

Frank Zappa en el supermercado


Frank Zappa en el supermercado
Jordi Soler


En los aviones de KLM, precisamente en el brazo derecho de sus asientos, hay un almacén de música al que puede accederse con los cascos que reparte la azafata. Enchufado ahí, el pasajero puede distraerse oyendo canciones mientras padece la ignominia de ir encerrado en un tubo a presión durante una cantidad siempre excesiva de tiempo. En ese brazo prodigioso hay cuatro canales con distintos géneros de música, piezas ligeras y facilonas en su mayoría, más uno excepcional que programa canciones alternativas de indie rock, con los comentarios de un locutor holandés que las va explicando en su lengua, o eso supongo, porque de ese idioma no entiendo ni una palabra y quizá lo que explique entre canción y canción sean las promociones para el viajero frecuente o, en un caso más extremo, las instrucciones para saltar fuera de la nave en paracaídas porque una turbina va en llamas. Esta rareza de oír buena música a bordo de un avión (tan rara como una comida de avión buena) es similar a la que ocurre en el supermercado Open Cor, que está junto a unas salas de cine en las calles del Doctor Fleming y General Mitre. En los supermercados, como en los ascensores y en los baños de los restaurantes, se programa una música que no es para escucharse, sino para amortiguar un poco el silencio, para alfombrar el espacio auditivo mientras el cliente elige entre dos marcas de aceitunas o libera, en la intimidad de un cubículo de mosaico reluciente, su lastre intestinal. Después de visitar en repetidas ocasiones, durante más de un año, este supermercado, he llegado a la conclusión de que allí la música, lejos de amortiguar o alfombrar, está puesta para escucharse y es probable que en ese súper, según la hora, pueda escucharse la mejor música de Barcelona, una cosa tan rara y afortunada como ese brazo lleno de indie rock. Esta función alterna y al parecer involuntaria del supermercado recuerda aquella iniciativa italiana que hace justamente un año, cuando empezaba el calor, se puso en marcha en Milín. En aquella ciudad vivían entonces 93.000 personas que tenían más de 70 años y enfrentaban ese problema mundial del nuevo milenio (no porque antes no ocurriera, sino porque no se había encuadrado, ni se había enunciado como tal, como un problema): el de los viejos que se mueren de calor. Las autoridades italianas, previendo la intensidad del verano que se aproximaba, habían tomado cartas en el asunto; tenían un plan de choque que, según ellos, estaba basado en la iniciativa de varias ciudades de Estados Unidos, aunque en realidad parecía inspirado en esas ideas sublimes que tenía Luis Buñuel. Se había designado un ejército de policías y voluntarios para que, cuando la ola de calor alcancanzara grados peligrosos, fuera en pos de los 93.000 viejitos que vivían solos en Milán y los sacaran de sus casas y los trasladaran a un sitio con aire acondicionado, un supermercado o un cine (así decía textualmente el plan de choque), para que allí, debidamente refrescados, pasaran el día sin mayores contratiempos. De inmediato, todos los viejos italianos formularon una pregunta pertinente: "¿Y qué vamos a hacer durante 12 horas en el interior de un supermercado?", porque en el cine, estaba claro, podían ver películas. No se sabe cómo pensaban resolver esas horas en el supermercado, quizá una sección especial en las bodegas para que anduvieran por allí paseando a su aire entre contenedores y cajas de cartón, o una fila de sillas en el pasillo de los lácteos, o en el de los libros y periódicos para que pudieran leer y entretenerse. También podrían haber colocado una sección de camas entre los licores y la charcutería, y que allí la clientela hiciera su compra habitual en silencio respetando el sueño de los viejos, o que los más acalorados se sentaran en los refrigeradores de las lechugas y los tomates, y aquí era, pensaba yo entonces, donde el plan de choque hubiera empezado a arrojar resultados verdaderamente positivos, cuando una señora dijera: "Me llevo a este señor de la estantería que vive solo" mientras otro, un pasillo más allá, pensaba: "Yo me llevo a esta señora que está solita en el refrigerador de la verdura", y así, poco a poco, los viejos italianos que no disfrutaran de la vida solitaria hubieran ganado una nueva familia. Todo esto lo imaginé entonces a partir de ese plan de choque que al final, hasta donde sé, no se hizo; sin embargo, abrió una brecha para pensar en las funciones alternas que puede tener un supermercado, como este de Mitre y Fleming adonde voy cada vez que puedo a escuchar música: entro a la tienda, saludo al policía y me paseo por los pasillos, haciendo como que observo los productos, disfrutando, según la época del año, del aire acondicionado o la calefacción, y paladeando esa banda sonora espléndida por donde circulan Led Zeppelin, Van Morrison, Cream, Frank Zappa; más de una vez he tenido que sentarme en una estantería, en medio de un destacamento de botellas de Font Vella, a disfrutar de algún requinto magistral. Al final me voy sin comprar nada, salgo a la calle con un estribillo pegado que voy canturreando machaconamente hasta que se desvanece.

jueves, 24 de julio de 2008

Ship Arriving Too Late To Save A Drowning Witch.

Ship Arriving Too Late To Save A Drowning Witch.

miércoles, 23 de julio de 2008

Zappa es la excepción a la regla


Zappa es la excepción a la regla
Sebastián Molinero

La mayor parte de mujeres y hombres que hacen cosas interesantes son lesbianas y gays. Zappa es la excepción a la regla, era amanerado, por eso gusta por igual a gays y lesbianas, heterosexuales, bisexuales y románticos de la fauna y flora. Por eso sus conciertos eran multitudinarios y logró ser el artista más vendido con su magnífica relectura de Francescco Zappa, que tantos beneficios dio a la family trust y que compraron un planeta que lleva su nombre y dos veces al año envían naves al zappaplanet cargadas con multimillonarios como los Zappones, los Zappitos y los Zappapotes (estos son los del petrodólar). El resto de hombres y mujeres nos dedicamos a la procreación, como las bestias, y adoramos a ídolos rumiantes como los Beatles, los Rolling o la Pantoja. Luego están los que no son ni una cosa ni la otra, ni siquiera la contraria, y que disfrutan con los sonidos de las caracolas del mar, el drum'bass y el chispeante susurro del sofrito de tomate con pimiento. Estos últimos, además, son obesos. Entre ellos, los más peligrosos los que sofríen tomates que todavía están sin madurar, son obsesos. A mi me gusta el sonido del aire cortando mis orejas mientras me tiro del acantilado a las rocas y reviento en un millón de migajas de carne y vísceras. Pero esto sólo lo puedo hacer de vez en cuando. El proceso de recomposición del ser es demasiado complejo y duro como para abusar de él. Pero siempre hay que volver a escalar el puto acantilado, a la espera de volver a caer, ya que nunca se sabe qué piedra cederá y te volverá a hacer caer.
Aprovechando que tengo un poco de tiempo libre me he mirado en el espejo y he descubierto la aparición en mi entrecejo de una rugosa urbanidad. No le he dado demasiada importancia. Vivir en un pequeño pueblo de apenas 500 habitantes parece un antídoto suficiente como para paliar este incipiente estado de urbana rugosidad. Así que he salido camino de la tienda para comprar tomates. Sal, ajo, aceite, vinagre, aceitunas partidas, pan y vino son los ingredientes para una perfecta cena. Olvidaba el tomate. Tengo por virtud olvidar lo importante y recordar lo accesorio. Tal vez sea consecuencia de la rugosa urbanidad, que se hace fuerte en el entrecejo y no me permite mirar de cara y hacer frente a lo evidente. El tomate se basta por sí sólo, pero sal, ajo, aceite, vinagre, aceitunas partidas, pan y vino, por sí solos garantizan, todo lo más, una efervescencia estomacal. Me gusta cagar líquido después de varios días de estreñimiento. Esto en principio no tiene nada que ver con la rugosa urbanidad, pero como consecuencia de ella olvido el tomate y el resto se deja deslizar por el entramado intestinal. Me voy al báter, escucharé Thing-Fish, y volveré a olvidar el tomate a la hora de cenar. Me pondré pepino en el entrecejo para ver si logro recuperar la plenitud rural.

lunes, 21 de julio de 2008

ENTREVISTA a Dweezil Zappa guitarrista e hijo de Frank Zappa


ENTREVISTA a Dweezil Zappa
guitarrista e hijo de Frank Zappa
FERNANDO NEIRA
Madrid - 18/07/2008

Tras varios discos en solitario de rock expeditivo, a Dweezil Zappa le venció la pasión de hijo hace tres años, cuando reparó en que casi nadie de su generación -acaba de cumplir 38- conocía la obra de su padre, el gran experimentador iconoclasta Frank Zappa (1940-1993). Escuchar los más de 80 discos de su progenitor para escoger el repertorio de la banda Zappa Plays Zappa le llevó casi un mes, y aprender a tocar piezas como Black page #2, Peaches en Regalia, Inca roads o Call any vegetable, casi un par de años. Enamorado de la experimentación y de las técnicas de grabación analógica, Dweezil sostiene que los mejores álbumes de su padre "están a la altura del Sargent Pepper's de los Beatles" y que adquirir su destreza como guitarrista requiere, al menos, de tres lustros de aprendizaje. Hoy toca en Barcelona y ayer coincidió en la cartelera madrileña con Bruce Springsteen, pero no parece preocupado: "Dudo que sus seguidores tengan mucha idea de quién fue Zappa".
Pregunta. Sinceramente, ¿habría elegido a Frank Zappa como autor favorito cuando usted era un chaval?
Respuesta. Sí, porque durante mucho tiempo sólo conocí su música. Hasta los 12 años no tuvimos radio en casa, así que crecí escuchando a papá y los discos que le gustaban.
P. ¿Apellidarse Zappa facilita las cosas o pesa como una losa?
R. Es un honor, pero nadie te da nada sólo por tu apellido. Mi padre estaba acostumbrado a que le dijeran "no, imposible". A mí me sucede algo parecido.
P. En el tema más popular de su padre, Valley girl (1982), aparecía su hermana Moon Unit. ¿Le corroe la envidia?
R. Nooo. Aquella canción se hizo famosa por accidente. Surgió a partir de unas voces que mi hermana sabía imitar muy bien.
P. ¿En qué medida influyó la cultura del ácido en la música de Frank?
R. Él nunca tomó drogas, desde luego. De hecho, se burlaba del LSD y del movimiento hippy en varias canciones, con independencia de que a los hippies les encantara la música de Zappa para acompañar sus viajes...
Papá era un permanente transgresor, una persona muy avanzada para su tiempo.

viernes, 18 de julio de 2008

¿Después de escuchar a Zappa, que otra música uno puede escuchar?


¿Después de escuchar a Zappa que otra música uno puede escuchar?

Mientras pintaba un cuadro,, me llenaba de pintura y escuchaba la música de Frank Zappa, me dí cuenta que una pregunta me hería fuertemente en un costado.
¿Después de escuchar a Zappa, Que otra música uno puede escuchar?
Déjenme que de nuevo haga la pregunta, porque soy sadomasoquista…
¿Después de escuchar a Zappa, Que otra música uno puede escuchar?

Eso es en verdad muy complicado de responder y no es fácil dar con la respuesta… porque uno va atrás y adelante siempre.
Porque uno toma un poco de The Doors con Jimmy Page y salta y toma a NIN con Korn.
Entonces uno respira oxigeno….
Luego viene una imagen sonora que nos recuerda cierta cosa de Zappa….
De nuevo volvemos una y otra vez con Frank Zappa, a escucharlo una vez más… a sorprendernos con un sonido al que no le habíamos prestado mucho la atención…
Escuchar un sonido al que no le habíamos prestado mucho la atención…
Un beso
Carlos Zerpa

jueves, 17 de julio de 2008

Con Zappa en un Stencil

Con Zappa en un Stencil
Arslanian Dawada

Me había olvidado...

Como ven, está pegado con cinta a mi armario.
aún no pinté nada
ahora que lo pienso debería salir a pintar a zappa en las calles...
El estensil, por supuesto, no lo hice yo, que apenas si puedo comer usando cuchillo y tenedor sin cortarme, sino "la chica de los esténsiles" de las noches porteñas, también conocida como mataperros.
-j.la Rata

Hoy yo vi a Zappa en un cuadro

Hoy yo vi a Zappa en un cuadro
Jose Vicente Campos

Hoy yo vi a Zappa en un cuadro de un localmente fascinante pintor valenciano entre los entendidos (entre los que no me encuentro), un tal Luque. Pues bueno, Luque era un abuelete al que le compré un cuadro hace unos ocho años en una galería, *Las Hilanderas*, un pequeño formato, vale, eran tiempos difíciles, y tras tenerlo colgado esos ocho años, como os dije, hoy vi a Zappa. Nunca antes.
Estáis zumbaos, por cierto, todo/as.
Salud mental, muerte al jodío alemán! Joder, estaba pensando que cuando compré el cuadro no era consciente de haber escuchado a Zappa.
Me estaba esperando el muy cabrón, ahí escondido.
Ésa sí es una buena portada para un disco de Zappa, y no el gurruño de los delfines o de Dalí. Requeteostias!
Es más, ése cuadro tiene una canción adherida, y es:
YO, EL REY
Pero oiga, ¿es que no lo ve? ¿no?
Pero oiga, ¿es que no sabe usted? ¿no?
¿No sabe usted que no puede ser un inútil?
¿O acaso es que no se lo cree? ¿o qué?
Y ya no es tiempo de escoger lo debería Vd. saber soy el rey
Pero oiga, ¿es que no lo ve? ¿no?
Pero oiga, ¿es que no sabe usted? ¿no?
¿No sabe usted que no puede ser feo?
¿O acaso es que no se lo cree? ¿por qué?
Y ya no es tiempo de escoger lo debería Vd. saber soy el rey
Pero hombre, ¿es que no lo ves? ¿no?
Pero hombre, ¿es que no lo ves ¿no?
No puedes intentar beber por un ojo
¿O acaso es que no te lo crees? ¿o qué?
Y ya no es tiempo de escoger lo debería Vd. saber soy el rey.
¿O no?
Salud
JV

miércoles, 16 de julio de 2008

Veo a Zappa como el gran cheff


Veo a Zappa como el gran cheff

Carlos Zerpa

Pone tantos ingredientes juntos...
Cosas que uno ni se imagina que puedan estar bien juntas
Y sale una estupenda paella...
Un nituké...
Una ratatuia...
Un ajiaco...
Eso es Zappa

Mario y su posible cambio de imagen a Zappa


Mario y su posible cambio de imagen a Zappa
Gracias a Genís por el envío.
No lo he podido evitar, será cosa del fin de semana.

Me han enviado este curioso experimento sobre como se vería Mario con otro bigote diferente a su genuino y rechoncho mostacho.

Puestos a elegir me quedo con el original, sin lugar a dudas, pero si me dejáis elegir un recambio el de Frank Zappa o el de Santana tampoco le quedan nada mal.

¿Cuál escogeríais vosotros?

La primera vez que FZ actuaba en España.


La primera vez que FZ actuaba en España.
por Nakai

La primera vez que FZ actuaba en España.
Había que verlo (y oírlo, claro). Si no recuerdo mal, finales de los 70 ó principio de los 80.
Tras comprobar día, hora y sitio (mediante llamada telefónica a un tal A. F. que trabajaba en la redacción de la revista O., ya desaparecida), MR., C. y un servidor preparan su viaje a Madrid.
Después de viajar todo el día (en un Seat 850 conducido por MR. y que respondía al apodo de "El Catulillo"), llegamos al sitio (Pabellón de Deportes del Real Madrid) momentos antes de que empezara el concierto.
Ufffff, jarro de agua fría: taquillas cerradas, ya no hay entradas. Pero sí de reventa. Tras preguntar, vemos que sólo uno podría entrar. Chungo. A C. le tocó la china. Después de adquirir una entrada de reventa y que C. entrara, MR. y yo nos retiramos resignados a un bar muy próximo, desde donde vimos atónitos una carga policial en la misma puerta del Pabellón.
Al término del concierto, le pregunto a C.: ¿cómo ha estado?. Dice: bien, la música no cesó en todo el concierto, ha sido todo seguido. Digo: ¿queeé?. Y añade: FZ dirigía con una batuta y sólo de vez en cuando cogía la guitarra. Uffff pensé, lo que me he perdido, me ca...
Sí, los temas (antiguos y recientes) se habían sucedido enlazados formando un continuum que sólo se rompió al final del concierto para dar paso a los "bises".
A la mañana siguiente, MR. y yo acompañamos a C. a Barajas, tenía que coger un vuelo y ¡¡sorpresa!!, alli me cruzo con FZ, él y su banda también se iban "volando" de Madrid.
No sé que hice con mi timidez, el caso es que me fuí directo hacia él y le pregunté como un bobo: "Are you Frank Zappa?". Era él, naturalmente. Nos dimos la mano. Se lo presenté a MR, a quién saludó de la misma manera.
Sólo con los ojos pude expresarle la admiración que sentía por su música.

En busca de Frank Zappa


En busca de Frank Zappa
Kevin Dolgiin
Traducción de Iván Hurtado

En 1995 un grupo de fans en Vilnius levantó una estatua de Frank Zappa cerca al centro de la ciudad. Fue esculpida por Konstantinas Bogdanas, y es la única estatua pública de Frank Zappa en el mundo. Previamente, Bogdanas había gastado muchos años fundiendo bustos de Lenin, quien no era ni de lejos tan buen guitarrista como Zappa. Debe ser indicado que Frank Zappa nunca tuvo nada que ver con Vilnius, nunca puso un pie en Lituania, y no tenía una gota de patrimonio lituano. Pero, ni qué decirlo, como yo iba a estar en Vilnius, era evidente que debía encontrar esa estatua y rendir homenaje al gran raro.
Llegué a Lituania exactamente una semana después de que el país se uniera oficialmente a la Unión Europea, un evento que fue recibido con una mezcla de alegría y una especie de vindicación por la mayoría de lituanos (“Sí, somos parte de Europa occidental… siempre hemos sido parte de Europa occidental y no estamos más al este que Finlandia, que todo el mundo dice es parte de Europa occidental”). Debido a otros compromisos, pasaron un par de días antes de que saliera en mi búsqueda de Zappa, pero cuando llegó la hora, empaqué los accoutrements necesarios (mapa de la ciudad, gafas de sol, esfero y papel) y pregunté a la recepcionista del hotel dónde estaba la estatua. Me miró con sus ojos grises (tengo la impresión de que todas las mujeres lituanas tienen ojos grises; los hombres deben tenerlos también, pero en realidad no lo noté) y suspiró (también tengo la impresión de que los lituanos suspiran mucho). Después cogió mi mapa e indicó un punto justo al otro lado del río.
“Pienso que es aquí”, dijo. Luego cogió el mapa otra vez e indicó un punto diferente. “O aquí. Sé que hay una estatua aquí”.
“Hum, ¿está segura de que es Zappa? ¿Guitarrista americano, bigote grande?”
Dijo que estaba segura, pero yo no estaba tan seguro de que estuviera segura. De cualquier forma, qué diablos. Atravesé el río y caminé por una agradable calle delineada por árboles y bordeada por montones de tienditas a la moda. Ningún Zappa. Decidí preguntar a una de las mujeres de ojos grises que manejaban un quiosco de revistas. Empecé por preguntarle si hablaba inglés, o en tal caso, francés, italiano o alemán, pero ella sólo suspiró y sacudió la cabeza. Pregunté por Zappa, pero creo que ella pensó que me refería a un idioma (¿dónde hablaría uno Zappa?), y continuó sacudiendo la cabeza.
Esta conversación se repitió muchas veces. Le pregunto a una mujer de un quiosco o a un taxista lituanos si hablan algún idioma que yo hable, la persona suspira y sacude la cabeza, luego parece desconcertado cuando digo “¿Frank Zappa?”, mientras hago un gesto cerca de mi labio superior que se supone indica un bigote poblado. El problema era que muchas de estas amables personas tanto querían ayudarme que tomaban mi mapa e indicaban un lugar en él, aunque estoy casi seguro de que en verdad no tenían ni idea qué estaba preguntando. Debe ser que la palabra zappa o algo parecido significa árbol o lugar pastoso o esquina anodina en lituano, y toda esta gente pensó que yo estaba buscando el más cercano, porque muchas de sus direcciones llevaban sólo a atracciones como éstas.
Así que vagué por Vilnius, que, cuando todo está dicho y hecho, no es tan mal destino. El centro de la vieja ciudad es muy agradable, con un toque vagamente alemán o tal vez escandinavo... muchos edificios de piedra ordenados, plazas calladas, fachadas amarillo y beige pálidos. La ciudad también parece repleta de espacios verdes. Estos, sin embargo, no son los espacios verdes de Londres, con pasto cortado por jardineros ingleses fastidiosos empuñando tijeras… no, estos son espacios verdes casi salvajes, con pasto que está muriendo por ser libre, pasto que quiere crecer y engordar con semillas.
No es que estos pequeños parques y similares estén descuidados, ni nada tan desagradable como eso. Parecen la zona verde de la casa de una familia interesante pero no particularmente ordenada, que debe tener uno o dos gatos. No son mugre, pero tampoco un brillo en el amoblado, ni la media suelta en el espaldar de una silla. Un parque así parece corresponder más o menos a un posible lugar de Zappa, indicado por una mujer de quiosco de ojos grises, y sin duda contiene una estatua... de alguien cuyo nombre puede ser Petras Cirkej, si leí la escritura bastante inusual correctamente. Un tipo nada feo, pero definitivamente no Frank Zappa.
No obstante, cerca a Petras encontré a alguien que hablaba una pequeña cantidad de inglés, lo que fue refrescante. Este joven lo pensó, luego explicó que Zappa debía ser encontrado en un área más hacia el sur, que me mostró en el mapa. Inmediatamente cogí hacia el área que había encerrado con un círculo.
Esto me llevó un poco fuera del encantador centro de la ciudad, a un barrio de monótonos bloques de apartamentos de estilo soviético, donde edificios de bloques de ladrillos se levantaban unos cuantos pisos por encima de parqueaderos de concreto y extensiones de mugre. Yo había escuchado vagamente que la estatua de Zappa estaba en una especie de república autoproclamada de rareza dentro de la ciudad de Vilnius, con su propia bandera y escuela, y me pregunté si tal vez no sería este complejo de apartamentos. Aunque no parecía tan contracultural. Entonces, vagué por los sucios caminos buscando una pequeña plaza que pudiera albergar a Zappa, pero en vano.
Y luego esuché un riff de guitarra, uno que pensé reconocía que era de “Shut Up ´N Play Yer Guitar”. ¡Ah! Esto indudablemente venía del equipo de un fan de Zappa, probablemente sentado bajo la estatua escuchando álbumes viejos, justo como todas esas almas arrepentidas que desean desesperadamente haber vivido en los sesenta, y que permanecen en la tumba de Jim Morrison en el Père Lachaise en París. Caminé penosamente hacia el sonido, topando con una o dos calles cerradas, hasta que logré llegar al área general. Para el momento en que me acerqué, había parado la música, y la estatua no estaba por ningún lado. Quién sabe, tal vez Zappa había estado jugando con mi cabeza desde el más allá, que es justo el tipo de cosas que uno podría esperar que su fantasma hiciera si pudiera. O tal vez sólo se había hecho tarde y yo estaba cansado y hambriento y enloqueciéndome con el asunto.
Dada la última posibilidad, decidí comer y tomar, entonces me dirigí de vuelta al centro a Zemaiciu Smuckle, uno de los pocos lugares que sirve cocina lituana en Vilnius (como de costumbre, he dejado por fuera una miríada de garabatos que mi computador es incapaz de reproducir). Había descubierto el lugar pocos días antes, cuando un amigo lituano me llevó allí. Cuando nos decidíamos por un restaurante, él preguntó:
“¿Qué clase de comida quieres comer?”
“¡Lituana!”
“Estás bromeando, ¿cierto?”
A pesar de su evidente falta de entusiasmo por su cocina nativa, fuimos a Zemaiciu Smuckle, del que se debe decir tiene excelente cerveza. Uno también puede probar delicadezas como orejas de cerdo hervidas, que son consideradas un pasabocas de pub en Lituania, “zeppelins”, que se llaman así porque tienen forma de zeppelines, aunque no son ni de cerca tan ligeros. Zeimaiciu Smuckle está lleno de turistas, mientras que el restaurante francés de al lado está lleno de lituanos, lo que es como una especie de pista, supongo. El sitio francés, sin embargo, no tiene fresquísimos comedorcitos abovedados —en los que uno toma asiento frente a una pesada mesa de madera— regados por todas partes, ni tiene tantas armas en las paredes.
He llegado a la conclusión de que hay un cinturón de “armas en las paredes” extendido desde el Rhin hacia el borde este de Europa. Los restaurantes al este del Rhin parecen tener una inclinación por colgar en sus paredes arcos y espadas y hachas y cosas así. Al final de nuestro pequeño comedor colgaban cruzadas hachas de batalla que eran más largas de lo que uno imaginaría necesario, mientras sobre mi cabeza colgaba una estrella de la mañana que no estaba tan bien atada a la pared como yo hubiera querido. Esto no es inusual una vez que uno cruza hacia Alemania y se dirige al este. Nunca he visto un arma colgando en una pared de un restaurante en Francia o Italia.
Mientras comía mi sopa de pato (yo tenía que probar la sopa de pato en homenaje a Groucho; no estaba buena), pensé en preguntarle al mesero sobre Zappa. Su primera respuesta fue que la estatua estaba en Kaunas, no Vilnius, pero yo sabía lo suficiente para insistir en que estaba equivocado. Dijo entonces que le preguntaría a sus colegas y regresaría. Después de un rato volvió con un mapa. “¡Acá!”, proclamó, con tanta seguridad que ni siquiera se me ocurrió dudar de él. Como el “acá” al que se refirió no estaba tan cerca de donde yo estaba, y como se estaba haciendo tarde, paré un taxi y le señalé mi destino en el mapa al taxista, que respondió con un entusiástico “¡Seguro, jefe!” y luego aceleró como si le estuviéramos llevando un corazón fresco a un paciente en espera de un trasplante. Durante carreras en taxi como ésta, tengo una estrategia de supervivencia personal, que es cerrar los ojos. Cuando uno hace eso, el balanceo del carro es de hecho bastante relajante, y mientras aún hay probabilidades de estar a punto de morir en un horroroso accidente automovilístico, es menos probable desarrollar enfermedades crónicas relacionadas con el estrés, como la alta tensión.
Esta vez, encontré una estatua de un hombre llamado algo así como Giurtonaz. No era tan bien parecido como Cirkej, pero al menos tenía un lindo bigotote poblado, lo que era un paso en la dirección correcta.
A la mañana siguiente, tenía un viaje muy temprano a mi casa en París, y entonces asumí que mi viaje lituano terminaría sin haber conocido la efigie de bronce de Frank Zappa. En un último intento desesperado, le pregunté al recepcionista mientras hacía el check out (un recepcionista diferente). Suspiró, y me explicó exactamente dónde podría encontrar la estatua, luego preguntó cuál era mi álbum de Zappa favorito (para el registro: Weasels Ripped My Flesh, por el título tanto como por la música). Le ped_ al taxista que manejara despacio, hacia Zappa, y luego hacia el aeropuerto, lo que hizo, excepto por lo que concernía a manejar despacio.
Y ahí estaba Frank. La estatua es un busto de bronce en una alta columna de acero apenas saliendo de la calle Kaulinausko. Zappa parece demasiado majestuoso, más como el Balzac de Rodin que como un hombre que nombró a sus hijos Moon Unit y Dweezil. Pero debe ser recordado que Bogdanas había gastado algo así como cincuenta años de su vida esculpiendo líderes políticos soviéticos. La estatua está rodeada de paredes cubiertas de grafitis artísticos (y algunos menos artísticos) con temas musicales (excepto por la figura de South Park). Hay un par de pequeñas bancas marrón cerca de ella, en caso de que alguien se ponga pensativo.
Sin embargo, no tenía tiempo de sentarme. Ya se me estaba haciendo tarde, y aunque Vilnius es de hecho un buen lugar para visitar, era tiempo de volver a casa, poner Burnt Weeny Sandwich en el reproductor de CD, y recordar cómo sonaba Frank Zappa cuando todavía honraba al planeta con su presencia.

viernes, 4 de julio de 2008

ZAPPA… One Shot Deal… primeras impresiones

ZAPPA… One Shot Deal… primeras impresiones
Por: Román García

"This is Official Release # 83"

La rutina de siempre: anuncio de nuevo disco, elucubraciones sobre el contenido, pedido con gastos de envío bastante cargaditos pero que con el cambio actual del dólar casi compensa, sobre todo teniendo en cuenta que no se sabe si se podrá conseguir de otra manera (que sí, que siempre se puede conseguir de otra manera, antes o después), primeros rumores sobre el contenido, que si es que si no es, que a ver si va a ser esto o a ver si va a ser lo otro y que tal y que cual.
Al final, los amigos americanos (del norte, pero más o menos de la parte del centro, visto en vertical) van desvelando los misterios del nuevo disco, así que cuando por fin llega a nuestras manos, hay pocas sorpresas. De momento, la presentación es bastante sencilla. Y reciclada. El plástico donde se sujeta el disco lleva grabado lo siguiente: "MADE FROM 100% POST-CONSUMER RECYCLED PLASTIC". El disco, difícil de sacar, es una naranja (suponemos que de California).

En las notas Gail nos viene a contar (si es que lo he entendido bien, que nunca se sabe) que la cosa se preparó rápidamente: Joe tenía un par de cintas montadas y secuenciadas por el propio FZ y decidieron poner entre ellas un par de cosas más que habían encontrado por ahí por las bodegas, también producidas por FZ. La portada, de John Williams, cuenta que se la encontró en un cajón haciendo limpieza.

A ver cómo suena. Saco el CD del plástico, y oh, sorpresa, debajo aparecen los créditos. Bien, bien. Meto la naranja en el reproductor...

"Bathtub Man" es el grupo de 1974, el mismo de _You Can't Do That On Stage Anymore Vol. 2_ (1988), con George Duke y Napoleon Murphy Brock improvisando frases sobre una base _blues_ que aseguran los expertos que está extraída de una interpretación aún sin identificar de "Cosmik Debris". Solo de piano y solo de guitarra. Como "Merely A Blues In A", pero "In C".

"Space Boogers" es otra improvisación de George Duke, extraída de "Big Swifty", Passaic, 8 de noviembre de 1974 (en los créditos sólo pone "1974", pero los expertos han encontrado rápidamente el concierto original).

Con "Hermitage" siguen las improvisaciones, esta vez con toda la orquesta. En concreto la Abnuceals Emuukha Electric Orchestra de septiembre de 1975. Zappa dirigiendo y los cuarenta músicos (¡que por una vez vienen listados, gracias a las buenas labores de Charles Ulrich, Bill Lantz y otros!) improvisando a sus órdenes.

Y para acabar con la primera parte, la parte secuenciada por Zappa, "Trudgin' Across The Tundra", otra improvisación grabada en Washington, DC, el 11 de noviembre de 1972, el mismo día que "D.C. Boogie", de _Imaginary Diseases_ (2006). Es decir, cuatro minutillos más del Petit Wazoo.

Fundido y llegamos a la parte de la 'hamburguesa' guitarrera, con "Occam's Razor", que no es otra cosa que el solo de guitarra que en _Joe's Garage Act I_ (1979) aparecía como "Toad-O Line" (también como "On The Bus" en la contra del CD), pero en su contexto original, sin _xenocronizar_. Es decir, con el grupo que acompañó a Zappa interpretando "Inca Roads" ese 21 de marzo de 1979 en Eppelheim, al ladito de Heidelberg.

Un fundido raro (es evidente que el montaje de esta parte central no es obra original de Zappa) y saltamos un año hacia atras, pero sin cambiar de lugar, de nuevo en Eppelheim, junto a Heidelberg, y de ahí el título del solo de guitarra, "Heidelberg", en este caso extraído de "Yo' Mama", el 24 de febrero de 1978. Aunque el solo ya había aparecido como "A Solo From Heidelberg" en el cassette _The Guitar World According To Frank Zappa_ (1987), nunca había aparecido en CD hasta ahora. Es una de esas cada vez menos piezas oficiales que permanecen inéditas en este formato.

Un pequeño salto al futuro y llegamos al 31 de octubre de 1981, con "The Illinois Enema Bandit", en la misma versión que aparece en el DVD _The Torture Never Stops_ (2008), que también acaba de salir publicado. Es la primera pieza cantada del disco (aunque no será la última) e incluye un fantástico solo de guitarra y un Ray White pletórico (supongo que no hay que descartar el aspecto promocional en la inclusión de esta grabación: por un lado se anuncia el DVD y por otro se promociona al cantante que acompaña en esta gira a Zappa Plays Zappa).

Para empezar a acabar, ni más ni menos que "Australian Yellow Snow", es decir, la mítica versión de la suite que abre _Apostrophe (')_ (1974) interpretada en Sydney, Australia, en junio de 1973. Una auténtica joya de 12 minutos y medio. Con Jean-Luc Ponty incluido. Y Sal Marquez. "Don't Eat The Yellow Snow", "Nanook Rubs It" y la hasta ahora inédita "Mar-Juh-Rene", en la que Zappa nos deletrea con detalle tal sustancia.

Y para acabar, perfectamente enlazado con lo anterior (montaje de Zappa, claro), el final de la misma versión de "Rollo" que aparece en _QuAUDIOPHILIAc_ (2004), con toda la orquesta de 1975. Un final grandioso para un gran disco.

Éste es un buen, buen disco, que creo que voy a oír bastante.




Frank Zappa - One Shot Deal.


Bathtub Man (5:43)

Space Boogers (1:24)

Hermitage (2:00)

Trudgin’ Across the Tundra (4:01)

Occam’s Razor (9:11)

Heidelberg *1987 (4:46)

The Illinois Enema Bandit (9:27)

Australian Yellow Snow (12:26)

Rollo (2:57)